Cuando la primera temporada de Stranger Things se estrenó muchos quedamos sorprendidos por la historia que habían desplegado en esos episodios. Pero para ser honestos resultaba difícil creer que se convertiría en el contenido exclusivo más importante de la plataforma de streaming.
En aquel momento Netflix era un poco distinto. El servicio funcionaba como un inmenso repositorio legal con las series y películas de los mayores estudios y productoras del planeta.
Los contenidos originales de la plataforma, dada su amplia variedad y disparidad de calidad, era observado como un accesorio curioso pero simpático.
En donde había producciones de gran peso y que eran consideradas como las más representativas, la elite de Netflix: House of Cards, Orange is the New Black, Arrested Development, Master of None.
En ese panorama llegó Stranger Things como un experimento curioso de gran presupuesto y mucha personalidad.
Stranger Things 4 es lo mejor que tiene Netflix: para bien y para mal
La realidad patente sin embargo es que Stranger Things en su primera temporada se siente bastante como un proyecto que originalmente nació cómo una película y que tuvo que implementar algunas líneas narrativas para fragmentar el relato central y estirar la duración de todo.
Con la segunda temporada se buscó explotar la nostalgia de la década que explora la serie a la par que se encontró la forma de expandir la mitología de su universo para convertirse en una serie.
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Por su parte Stranger Things 3 se enfocó en ser una historia tan grata como balanceada, enfocada en resolver los planteamientos del relato. Tal vez no era la más fascinante pero sí resultaba la más efectiva en términos de entretenimiento.
La experiencia de entretenimiento con la tercera temporada parecía perfeccionar finalmente la fórmula para lograr su estado más grato y menos pretencioso. No es la aventura más innovadora, ni espectacular pero sí tal vez la más digerible y equilibrada para lograr un momento de alta diversión.

Honestamente la expectativa era que con Stranger Things 4 la cosa siguiera dicha senda de evolución, pero en realidad terminó siendo una mezcla extraña (valga la ironía) de todos los elementos distintivos de la temporadas pasadas. Tanto las cosas buenas como las que no lo son tanto.
Es así como aquí tenemos una temporada que en su primera parte se compone de siete episodios de larga duración con la estructura que más pesó a las audiencias en Stranger Things 2:

- Muchas historias corriendo en paralelo, unas más interesantes que otras.
- Un ensamble mecánico que va saltando entre cada arco con patrones definidos y relleno.
- Altas dosis de alusiones a materiales de los 80, pero que no siempre se integran orgánicamente.
- Un argumento central que busca expandir su universo y justificar las ramificaciones de su trama. Aunque eso implique romper sus propias reglas en casi cada giro.
Al final el problema con Stranger Things 4 es que se siente como una película de dos horas alargada a siete en esta primera entrega, con otras cuatro pendientes para concluir.
Todo lleno de subtramas entre ingenuas y extraviadas, mucho relleno incomprensible para la paciencia y tiempo del espectador que ya le ha dedicado tres temporadas a esto, harta pretensión y una fijación por romper sus propias reglas en cada oportunidad para estirar la liga al límite.
La máxima duda ahora es cómo será el desenlace de esta cuarta temporada y qué tan definitivo será para esta saga.
Stranger Things 4 (junto a Better Call Saul) es hoy por hoy tal vez la mejor razón para mantener activa esa suscripción a Netflix.
Aunque pondrá a prueba la paciencia de más de algún suscriptor de la plataforma.

