Elon Musk (¿nuevo jefe de Twitter?) volvió a la carga el fin de semana para hablar sobre sus pensamientos en la red social. Una de las anécdotas que contó fue que no quiso entrar a un club nocturno porque escribieron la palabra Paz.
En la red del pajarito se conocieron mayores detalles sobre lo ocurrido. Pasó en el club alemán Berghain, uno de los más exclusivos de Europa, y de acuerdo con otras personas, no fue Musk el que le dijo “no” al sitio, sino el sitio a Musk.
Vamos primero con la versión del multimillonario sudafricano, que estuvo recientemente en Alemania inaugurando la Gigafábrica Tesla de Berlín.
“¡Escribieron PAZ en la pared de Berghain! Me negué a entrar”, fue el inicio de su historia. “Paz. ¿Paz? Odio la palabra. Aquellos que se preocupan por la paz (yo mismo con aspiraciones, incluido) no necesitan escucharla. ¿Y aquellos a quienes no les importa la paz? Bueno...”.
Fin de la versión de Musk.
La versión contraria a la de Elon Musk, ¿qué dice?
Muchos le respondieron con otra versión: Berghain evitó la entrada de Musk.
Al club (específicamente a su legendario portero, Sven Marquadt) no le importa el dinero o el nombre de la persona, solo quiere que el atuendo sea estético. Hablan de “frescura”. Y Musk, según el juicio de los miembros del club, no lo es.
“Dime que no llegaste a Berghain sin decirme que no llegaste a Berghain”, le escribió un seguidor al jefe de Tesla y SpaceX. “Elon Musk, aparentemente borracho, tuiteando que se le negó la entrada a Berghain, es muy divertido”, señaló otro.
Berghain fue fundado por Norbert Thormann y Michael Teufele en 2004, y es conocido no solo por sus fiestas sexuales sin distingo de gustos y su exquisitez al momento de escoger a sus invitados, sino porque no permiten siquiera la entrada de teléfonos inteligentes, o sus cámaras deben llevar una pegatina.
Personajes como el comediante estadounidense Conan O’Brien fueron rechazados, mientras que Lady Gaga organizó un evento en el club para promocionar su álbum Artpop.
Ahora se une Elon Musk como uno de los rechazados (¿o de los que se negaron a entrar?) en la casita de la “decadencia y el hedonismo” en Alemania.