Durante décadas, el Alzheimer se ha contado como una historia de ida: cuando la memoria se va, lo único que queda es frenar la caída. Pero un nuevo trabajo científico propone un giro inesperado: quizá el problema no sea solo “la basura” que se acumula en el cerebro, sino que las neuronas se quedan sin batería para defenderse y repararse.
Te puede interesar: [Esta es la ciudad más poblada del mundo y tiene un gran problema: Se está hundiendo]
Y si se les devuelve esa energía, podrían volver a funcionar… al menos, en ratones.
El cambio de enfoque: menos “limpiar placas”, más devolver energía
El Alzheimer suele explicarse con dos villanos recurrentes: placas de beta-amiloide y ovillos de proteína tau. La mayoría de estrategias terapéuticas, por eso, han intentado reducir esas señales o ralentizar su avance.
El nuevo estudio liderado por investigadoras e investigadores vinculados a Case Western Reserve University y University Hospitals decide mirar otra pieza del dominó: el colapso del equilibrio de NAD+, una molécula clave para producir energía y activar mecanismos de mantenimiento celular.
La idea, en versión callejera: si una neurona fuera un taller, NAD+ sería la luz, las herramientas y el técnico de guardia. Sin eso, todo se atasca.

P7C3-A20: el “cargador” experimental que lo cambió todo en el laboratorio
Para probar la hipótesis, el equipo utilizó un compuesto experimental llamado P7C3-A20, diseñado para ayudar a las células a mantener niveles funcionales de NAD+ bajo estrés.
En modelos animales, no solo frenó señales asociadas a la enfermedad: en casos avanzados, los ratones mostraron recuperación de funciones cognitivas y mejoras en marcadores biológicos asociados al Alzheimer.
Entre los resultados más llamativos está la normalización de indicadores relacionados con tau (incluido p-tau217 en reportes divulgativos del hallazgo) y la identificación de 46 proteínas que aparecían alteradas en el cerebro de ratones con Alzheimer y que volvieron a valores normales tras el tratamiento.
Además, esas proteínas mostraban alteraciones similares en tejido cerebral humano con Alzheimer, lo que sugiere que el mecanismo podría tener relevancia biológica más allá del ratón.
La letra pequeña: revertir en ratones no es revertir en humanos
Aquí es donde conviene bajar el volumen del hype sin apagarlo del todo. Que algo funcione en modelos animales es un paso enorme, pero no una línea directa hacia una cura.
El propio ecosistema de la investigación biomédica está lleno de “éxitos en ratón” que se estrellan en ensayos clínicos por diferencias de complejidad, dosis, seguridad o eficacia real en personas.
Aun así, lo interesante de este trabajo es el mensaje de fondo: el Alzheimer podría no ser necesariamente un punto sin retorno si parte del daño depende de un sistema energético que, al restaurarse, permite reparar.
Eso no significa que mañana exista una terapia reversible para pacientes, pero sí que se abre una vía distinta a la habitual.
Te puede interesar: [Este es el motivo del por qué algunos recuerdos se olvidan de inmediato y otros están contigo para siempre]
Qué viene ahora (y por qué esto importa)
Lo siguiente es lo de siempre, pero en versión maratón: más validación, más pruebas de seguridad, y (si todo encaja) ensayos en humanos. Mientras tanto, este estudio deja una conclusión potente: no todo en neurodegeneración tiene que ser solo “ralentizar”. A veces, también puede ser “recuperar”… aunque todavía sea en la liga de los ratones.
