En astronomía, cuando algo se acerca al Sol, no siempre pasa lo mismo: algunos cuerpos se vuelven tímidos, otros se rompen, y unos pocos montan un espectáculo. En el caso del cometa interestelar 3I/ATLAS, la historia reciente suena a eso: a show en progreso.
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Las observaciones más nuevas apuntan a que, después de su máxima aproximación al Sol, el objeto está liberando más material y ganando luminosidad, como si el calor hubiera apretado un botón interno. Lo curioso es el detalle del color: el cometa se está volviendo más verde, y esa pista podría decir mucho sobre lo que lleva guardado.
El “after” del perihelio: más actividad, más brillo
Las imágenes captadas el 26 de noviembre con el telescopio Gemini North (en Hawái) muestran a 3I/ATLAS en una de sus fases más activas hasta ahora.
El contexto importa: el cometa pasó por su perihelio —su punto de máxima cercanía al Sol— a finales de octubre, y desde entonces el baño de radiación solar habría encendido el motor clásico de los cometas.
¿La receta? Sublimación: el hielo del cometa pasa de sólido a gas y se lleva consigo polvo en cantidades gigantescas. Ese material expulsado forma la coma (la nube luminosa que envuelve al núcleo) y alimenta la cola, que puede volverse más evidente conforme aumenta la actividad.
En otras palabras: el cometa no “brilla” porque sí; brilla porque está perdiendo material, y esa pérdida se ve.
Y esto ocurre justo cuando se acerca a su momento más “cercano” para el público: su máxima proximidad a la Tierra, prevista para el viernes 19 de diciembre, a unos 270 millones de kilómetros.
¿Por qué el verde? La química que pinta la coma
El cambio de color no es un capricho estético del universo: tiene explicación. El equipo observó 3I/ATLAS con cuatro filtros (azul, rojo, naranja y verde) y detectó que el gas de la coma está emitiendo cada vez más en longitudes de onda verdosas.
Según lo explicado por NOIRLab (la organización que opera estos telescopios), una de las claves sería el carbono diatómico (C₂): una molécula muy reactiva compuesta por dos átomos de carbono que, cuando se excita por la luz solar, emite en el rango verde.
Esto, lejos de ser “alienígena”, es un comportamiento bastante familiar: varios cometas del Sistema Solar han mostrado tonos verdes cuando el Sol activa su superficie y la coma se llena de ciertos gases.
Lo interesante aquí no es solo el verde, sino el contraste con lo que se había visto antes.
De rojizo a verdoso: la pista que sugiere “capas nuevas”
Un detalle sabroso del historial reciente es que 3I/ATLAS se había visto más rojizo cuando fue observado por Gemini South a finales de agosto, es decir, antes de su paso cercano al Sol.
Esa transición de color sugiere una idea simple pero potente: al calentarse, el cometa podría estar liberando moléculas distintas a las de semanas anteriores.
En cometas, eso puede significar que el calor logró penetrar un poco más, abrió nuevas “bolsas” de material volátil o activó regiones que antes estaban dormidas. Cada cambio en la coma es una pista sobre su composición, y 3I/ATLAS está dejando migas químicas bastante visibles.
Lo que todavía nadie puede prometer: cómo se comportará al enfriarse
Aquí entra el factor impredecible que tanto le gusta a la astronomía: el “efecto retardado”. Muchos cometas no responden de inmediato al calor del Sol; a veces, la energía tarda en propagarse hacia el interior.
Eso puede desencadenar más tarde nuevas evaporaciones, chorros extra o expulsiones de polvo cuando el cometa ya va de salida.
Por eso, aunque 3I/ATLAS ya pasó su perihelio, podría seguir aumentando su actividad por un tiempo. O podría estabilizarse. O podría sorprender con un episodio corto e intenso.
Lo único seguro es que hay observatorios siguiéndolo de cerca porque oportunidades como esta son raras: 3I/ATLAS es apenas el tercer objeto interestelar confirmado, tras 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov.
Un visitante raro, pero no “misterio tecnológico”
El cometa destaca por más cosas: su trayectoria hiperbólica (entró, pasa y se va), estimaciones de tamaño muy amplias según los análisis disponibles, y una antigüedad potencial enorme. Aun así, el consenso científico general se mantiene: es un cometa, no un artefacto.
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La gracia del momento actual es otra: 3I/ATLAS está ofreciendo un laboratorio natural para estudiar química y comportamiento cometario “hecho en otro sistema estelar”.
Y si además decide ponerse más verde y brillante justo antes de su punto más cercano a la Tierra, mejor: significa más datos… y más espectáculo en el cielo para quienes miran con paciencia (y telescopio).

