Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han logrado un avance significativo en el almacenamiento de energía renovable al desarrollar un tipo de hormigón conductor que funciona como un supercondensador recargable. Este material innovador, denominado EC³ (hormigón con carbono conductor de electrones), tiene la capacidad de almacenamiento energético diez veces mayor que las versiones anteriores.
El hallazgo abre la puerta a que elementos esenciales de la infraestructura moderna, como muros, cimientos, aceras y puentes, puedan transformarse en gigantescos sistemas de almacenamiento de energía.

La nanorred que genera energía
El Hormigón EC³ se fabrica a partir de una mezcla simple: cemento, agua, negro de humo ultrafino (un polvo de carbono) y electrolitos, principalmente sales de amonio combinadas con acetonitrilo. La clave del invento reside en que la integración de estos elementos crea una “nanorred” fractal dentro de la matriz de cemento, lo que permite conducir electrones y, por lo tanto, almacenar energía en su interior.
Según Admir Masic, autor principal del estudio, el objetivo es hacer que el hormigón, el material más utilizado en el mundo, sea multifuncional.
Reducción drástica del volumen necesario
La optimización de la fórmula y los procesos de fabricación del MIT ha resultado en una mejora de la densidad energética. Los investigadores han logrado reducir de manera radical el volumen de material necesario para el suministro eléctrico.

Mientras que en sus pruebas iniciales, el concepto de supercondensador requería 45 metros cúbicos (m³) de hormigón para abastecer de energía a un hogar durante un día, la nueva versión mejorada solo necesita 5 m³. Este volumen es comparable al tamaño de una pared de sótano o de una plaza de aparcamiento.
A escala, un metro cúbico (m³) del Hormigón EC³ actualizado puede almacenar más de 2 kWh de energía, lo que es suficiente para mantener un refrigerador en funcionamiento durante 24 horas.
Una alternativa barata y sostenible al litio
La tecnología desarrollada por el MIT se presenta como una alternativa prometedora y de bajo costo frente a las baterías convencionales. A diferencia de las baterías de iones de litio, que dependen de metales escasos y costosos, los componentes del EC³ son accesibles y abundantes.
Este avance podría impulsar significativamente el uso de energías renovables (solar y eólica) al proporcionar una fuente estable y barata para el almacenamiento a gran escala, un desafío clave en la transición energética global.
A futuro, los investigadores del MIT prevén el desarrollo de carreteras capaces de cargar vehículos eléctricos de forma inalámbrica, plazas de aparcamiento autosuficientes y la creación de viviendas que puedan operar sin conexión a la red eléctrica tradicional.

