A Netflix no le gusta este artículo. El binge-watching (consumo continuo de múltiples episodios) es una práctica que se ha normalizado en la era digital. Sin embargo, la ciencia ha comenzado a trazar una línea clara entre el entretenimiento inofensivo y el comportamiento de riesgo. La dificultad para detener el consumo reside en la neuroquímica: al interactuar con una serie emocionante, el cerebro libera dopamina, una sustancia asociada con el placer y la recompensa, lo que genera un “subidón” que impulsa el deseo de continuar, según señalan especialistas de Stay Well Terapia y Northwestern Medicine.
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La psicología advierte que cuando esta práctica interfiere con el sueño y las responsabilidades, se convierte en un riesgo. La académica de Psicología de la Universidad Andrés Bello, Miriam Pardo, señala que esta inmersión puede ser un síntoma de evasión, donde la persona se sumerge en la ficción “para cubrir su propio vacío”. De hecho, centros como CCAdicciones han clasificado el consumo excesivo como una posible dependencia psicológica o adicción conductual.

El costo en la salud mental y el sueño
Las investigaciones confirman que el binge-watching problemático tiene consecuencias directas y medibles en la salud mental y física. Los primeros signos de deterioro suelen ser el insomnio y el agotamiento, una conexión señalada por estudios en PubMed Central y Northwestern Medicine.
El impacto emocional es significativo. Varios estudios, incluidos los publicados en PeerJ y analizados por Centre Sukha, han encontrado una relación directa entre el consumo problemático y un aumento en los síntomas de depresión, ansiedad, estrés y soledad, especialmente en adultos jóvenes. Un Meta-Análisis y Revisión Sistemática publicado en PMC confirmó esta correlación, notando que la asociación se intensificó significativamente durante los períodos de confinamiento.

Además, el comportamiento está asociado a un estilo de vida sedentario, malos hábitos alimentarios y el riesgo de problemas musculoesqueléticos por la mala postura. El descuido de responsabilidades y la reducción de las interacciones sociales son consecuencias documentadas que deben ser tomadas como señales de alerta.
Duelo simbólico: El vacío de la pérdida ficticia
Una de las consecuencias emocionales que más llama la atención es el sentimiento de tristeza o vacío que experimentan los espectadores al terminar una temporada, un fenómeno que la psicóloga Miriam Pardo define como duelo simbólico (fuente del usuario).
La explicación profunda se encuentra en el concepto de relaciones parasociales. Varios estudios coinciden en que el espectador establece un vínculo afectivo unilateral con los personajes o el universo de la serie. Al terminar la trama, la interrupción de esa relación genera una sensación de pérdida similar a la que se experimenta en la vida real. Los expertos advierten que este apego se vuelve problemático si la persona intenta “satisfacer exclusivamente las necesidades de conexión social a través de relaciones parasociales y ficticias”, descuidando las interacciones del mundo real.

Estrategias para un consumo consciente y limpio
Para mitigar los riesgos, los especialistas abogan por la autorregulación. Las recomendaciones se centran en el establecimiento de límites y el equilibrio:
- Límites Fijos: La recomendación práctica de la académica Miriam Pardo es comenzar poniendo un límite de un capítulo diario, evitando verlos de madrugada. Northwestern Medicine sugiere limitar la sesión a dos o tres episodios.
- Compañía y Conciencia: Ver la serie con alguien es aconsejable, ya que reduce la sensación de culpa (Dialnet) y fomenta el diálogo sobre el contenido (fuente del usuario).
- Equilibrio: Es crucial balancear el tiempo de pantalla con otras actividades como el ejercicio físico, la lectura y la socialización, tal como lo señalan expertos de Centro Bonanova y Northwestern Medicine, para evitar el aislamiento.
Considerando la dualidad entre el placer químico instantáneo y el riesgo psicológico a largo plazo, ¿es posible que el binge-watching se mantenga como una actividad sostenible y saludable para la mayoría de los usuarios sin una intervención tecnológica o educativa masiva?

