Un nuevo estudio ha revelado una capacidad sorprendente de estos gigantes verdes, que los posiciona como un aliado aún más potente en la lucha contra la crisis climática: no solo absorben dióxido de carbono (CO2), sino que también están combatiendo activamente el metano (CH4), uno de los gases de efecto invernadero más potentes y menos comprendidos. Este descubrimiento podría cambiar radicalmente nuestra estrategia climática y la forma en que valoramos los ecosistemas forestales.
Más allá del carbono: El rol oculto de los árboles en el ciclo del metano
Durante años, la narrativa principal sobre los árboles y el cambio climático se ha centrado en su capacidad para absorber CO2 a través de la fotosíntesis, actuando como sumideros de carbono vitales. Sin embargo, la ciencia está desvelando capas más complejas de su interacción con la atmósfera. El metano, aunque menos abundante que el CO2, es unas 25 veces más potente como gas de efecto invernadero en un periodo de 100 años, y sus fuentes son variadas, desde la agricultura hasta las fugas de gas natural.

La investigación, destacada por Xataka México, revela que las bacterias metanotróficas, presentes en el suelo y en las raíces de los árboles, son las responsables de este sorprendente consumo de metano. Estas bacterias tienen la capacidad de “comer” metano, transformándolo en CO2 y agua. Lo más innovador del estudio es que sugiere que los árboles no son solo un “vehículo” para estas bacterias del suelo, sino que potencian activamente su actividad, creando un microambiente ideal que favorece la absorción de CH4. Esto significa que los bosques maduros y saludables no solo son eficientes capturadores de carbono, sino también de metano, lo que les da un doble superpoder climático.
El metano: Un objetivo crítico y un nuevo enfoque forestal
Hasta ahora, las estrategias de mitigación del metano se han centrado principalmente en la reducción de emisiones de fuentes industriales o agrícolas. Este nuevo hallazgo abre una puerta a considerar los ecosistemas forestales como una pieza clave en la ecuación del metano atmosférico. No solo es importante proteger los bosques existentes por su valor de biodiversidad y absorción de CO2, sino también por su capacidad activa para reducir el metano.

Esto podría influir en futuras políticas de reforestación y conservación. Podría implicar seleccionar especies de árboles que optimicen la actividad metanotrófica de sus suelos o proteger particularmente ecosistemas con alta capacidad de absorción de metano. En definitiva, el árbol pasa de ser un héroe unidimensional a un superhéroe multifacético en la lucha contra el calentamiento global, ofreciéndonos una herramienta biológica adicional que estaba literalmente frente a nuestras narices.

