Ciencia

¿El alma existe para la ciencia? Estos reconocidos investigadores aseguran que sí, y tienen “pruebas” para demostrarlo

Las investigaciones alrededor de la existencia del alma, es ese momento en donde la ciencia y la religión se vuelven una sola rama.

Alma de Bart Simpson
Alma de Bart Simpson

¿Qué sabemos sobre el alma? ¿El concepto de esta entidad existe para la ciencia? Si viste Los Simpson o si vives en una familia religiosa, probablemente tengas cierto respeto por esta parte del cuerpo humano, o al menos tienes cierto respeto por su presencia.

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Sin embargo, aunque parezca descabellado, hay una parte de la población mundial que está completamente segura de que el alma no existe. Ni siquiera el episodio en donde Bart le vende el alma a Milhouse los hace creer en que esta es una parte fundamental de nuestro ser.

Alma de Bart Simpson
Alma de Bart Simpson

Quien escribe estas líneas cree que el alma, aunque no se pueda ver, existe. Pero para algunas personas hace falta alguna prueba o evidencia de su presencia, para poder estar seguros de su existencia.

Es por eso que hay científicos que han dedicado parte de sus vidas de trabajo, a intentar confirmar que el alma, en una unión de ciencia y espiritualidad, realmente es un elemento palpable.

La ciencia y el alma

Hace más de 100 años, un médico llamado Duncan MacDougall, intentó probar que el alma existe. Estaba convencido que este elemento era una entidad real y por lo tanto comenzó a pesar cuerpos humanos justo antes de la muerte, y después del fallecimiento.

Utilizó una balanza que pudo adaptar a las camas de pacientes moribundos y se encontró con una ecuación frecuente: los cuerpos pesaban 21 gramos menos cuando pasaban a mejor vida.

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De allí es que viene la frase de que “el alma pesa 21 gramos”. No obstante, esta ecuación no es suficiente para los escépticos.

En 2006, el neurocientífico Mario Beauregard, de la Universidad de Arizona, llevó a cabo un estudio interesante con un grupo de monjas carmelitas, a quienes les pidió que recordaran experiencias místicas profundas mientras se les realizaban escáneres cerebrales.

Entonces, usando herramientas como la resonancia magnética funcional (fMRI), descubrió que esas vivencias espirituales no se limitaban a una sola zona del cerebro, sino que activaban varias regiones al mismo tiempo. Esto sugiere que las experiencias trascendentes tienen una base neurológica compleja, pero no necesariamente reduce su significado a simples impulsos eléctricos.

Beauregard es uno de los científicos que se ha atrevido a cuestionar la idea de que la mente y la conciencia son sólo producto de la actividad del cerebro.

En lugar de eso, plantea que podrían existir aspectos no materiales en la experiencia humana, algo que aborda más a fondo en su libro The Spiritual Brain. Aunque no ha intentado medir el alma en términos de peso, como en el famoso experimento de los “21 gramos”, su trabajo mantiene viva la conversación sobre si hay algo más allá de lo físico que nos define como seres conscientes.

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