Desde que las IAs como ChatGPT llegaron a las aulas, muchos profesores han tenido la misma pesadilla: estudiantes entregando trabajos perfectos en tiempo récord sin haber escrito una sola palabra. Pero, ¿realmente la IA ha convertido a todos en unos tramposos?
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Un estudio de la Universidad del País Vasco dice que no es tan simple. Resulta que los estudiantes no plagian solo porque tienen IA a la mano, sino porque su entorno lo permite y, en muchos casos, simplemente no les interesa lo que están haciendo.
Así que antes de seguir culpando a los robots, tal vez sea hora de mirar qué está pasando en las aulas de verdad.
ChatGPT y el plagio: ¿una relación tóxica o solo un chivo expiatorio?
Los investigadores encuestaron a 507 universitarios para ver qué tan seguido usaban IA para hacer tareas y si eso los volvía más propensos a copiar.
Al principio, parecía que sí: los que más usaban ChatGPT también tenían más tendencia al plagio.
Pero cuando analizaron bien los datos, encontraron algo interesante:
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- El uso de IA solo explica el 3,9% de los casos de plagio, o sea, casi nada.
- Lo que realmente influye es la falta de motivación y el ambiente académico, que juntos explican el 28% de los casos.
En resumen: el problema no es la tecnología, sino la actitud de los estudiantes y las reglas (o la falta de ellas) en su entorno.
La cultura de la trampa: “Si todos lo hacen, ¿por qué yo no?”
El estudio confirmó algo que todos intuíamos: los estudiantes copian más cuando ven que sus compañeros también lo hacen y no pasa nada.
Si en un grupo la norma es “pasarse tareas”, “cambiar algunas palabras” y “tomar inspiración” (guiño, guiño) de otros trabajos, es más probable que todos terminen haciéndolo.
En cambio, en entornos donde la integridad académica se toma en serio, la gente se lo piensa dos veces antes de arriesgarse. No se trata de IA, se trata de qué es lo normal en cada aula.
La pereza académica también juega un papel clave
El otro gran factor detrás del plagio es la falta de ganas. Si un estudiante siente que la tarea no tiene sentido, es aburrida o simplemente es un trámite, es más probable que busque la vía rápida para terminarla.
Por otro lado, cuando la materia es interesante y tiene un propósito claro, los alumnos se involucran más y no necesitan hacer trampa para sobrevivir.
Entonces, ¿qué pueden hacer las universidades?
En lugar de jugar a los detectives de IA, los profesores y las universidades deberían enfocarse en lo que realmente importa:
- Poner reglas claras y aplicarlas de verdad. Si hacer trampa tiene consecuencias, la gente se lo piensa dos veces.
- Hacer que los cursos sean más interesantes y menos mecánicos. Nadie quiere copiar en una clase que realmente le importa.
- Enseñar a usar la IA con cabeza. Porque, al igual que Google o las calculadoras, estas herramientas llegaron para quedarse.
Muchos colegios se han obsesionado con detectores de IA, pero este estudio sugiere que eso no va a solucionar el problema.
ChatGPT no es el malo de la película
La IA no es más que una herramienta, y como cualquier herramienta, su impacto depende de cómo se use.
Si el problema fuera realmente la tecnología, entonces Google habría acabado con la investigación y las calculadoras habrían destruido las matemáticas. Pero no pasó. Lo mismo ocurrirá con la IA.
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El reto no es eliminarla, sino enseñar a usarla de manera inteligente. Porque un estudiante motivado la usará para aprender, mientras que uno que no ve sentido en lo que hace seguirá buscando atajos, con o sin IA.