En un experimento que desafía los límites de la inteligencia artificial, un equipo de científicos de la Universidad de Reading liderados por Vincent Strong, han logrado que un hidrogel, un material gelatinoso sin vida, aprenda a jugar al clásico videojuego Pong. Este avance, publicado en los últimos días en una nota publicada por la misma escuela, ha generado gran expectación en la comunidad científica y tecnológica.
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Utilizaron un material como los hidrogeles, al estar compuestos por redes tridimensionales de polímeros que absorben grandes cantidades de agua, son conocidos por sus propiedades únicas. En este caso, los investigadores utilizaron un hidrogel electroactivo, que reacciona a la electricidad, para crear una especie de “cerebro” artificial. Al aplicar corrientes eléctricas en diferentes puntos del gel, se simulaban los movimientos de la pelota en este famoso videojuego que simula al tenis. Este elemento, a su vez, respondía a estas señales ajustando su forma y posición, lo que permitía mover la paleta y golpear la pelota.
Los descubrimientos no pararon ahí, pues por más sorprendente de este experimento es que el hidrogel no solo fue capaz de jugar a Pong, sino que también mejoró su rendimiento con la práctica. En apenas 20 minutos, el “cerebro” gelatinoso logró aumentar su puntuación en un 10%, demostrando una capacidad de aprendizaje similar a la de un organismo vivo.
Este avance es sólo el primer paso de una serie que podrían llegar pues se abren nuevas posibilidades en el campo de la inteligencia artificial. Los investigadores sugieren que este tipo de materiales podrían utilizarse en el futuro para desarrollar sistemas de control más eficientes y adaptables, así como para crear modelos más realistas de cómo funciona el cerebro humano. Además, este experimento demuestra que la IA no está necesariamente ligada a la complejidad biológica, y que incluso materiales simples como los hidrogeles pueden exhibir comportamientos inteligentes.
El estudio presentado por la universidad londinense representa un hito en la investigación sobre inteligencia artificial, demostrando que sigue creciendo a pasos agigantados, abriendo un nuevo capítulo en la búsqueda de materiales y sistemas capaces de aprender y adaptarse a su entorno. Los resultados obtenidos sugieren que el futuro de la inteligencia artificial podría estar más cerca de lo que imaginamos.