¿Vieron Oppenheimer? La película recientemente terminó ganando el Premio Óscar a la mejor película gracias a su retrato de la magnitud del logro científico y peligro histórico que representó el desarrollo y lanzamiento de la bomba atómica. Pero, tal como nos muestra la trama del filme, eso no era nada comparado con el daño que podría lograr la bomba H. Sin embargo para desarrollarla se necesitaba de tecnología que no existía. Es ahí donde entra la Mathematical Analyzer, Numerical Integrator, and Computer, mejor conocida por nosotros como la MANIAC.
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En la historia de la computación, hay máquinas que brillaron por su impacto en la ciencia y la tecnología. Pero que irónicamente por la evolución de estos ahora al mirarlas hacia atrás lucen como relativos vejestorios de un tiempo remoto que ya quedó rebasado mucho tiempo atrás. Entre todo este cementerio destaca la MANIAC, una supercomputadora gigante de tubos de vacío que nació en la década de 1950 para desafiar las fronteras del cálculo científico y contribuir a la carrera armamentista nuclear.
Un reciente texto de los colegas de BiobioChile nos ha inspirado para reflexionar sobre el impacto y trascendencia de este proyecto, que tuvo su faceta pública más inocente en el mundo del ajedrez, pero que escondía detrás un objetivo mucho más potencialmente peligroso para el futuro de la humanidad.
MANIAC fue la computadora que desafió al ajedrez y alumbró la era nuclear moderna
La MANIAC, cuyo nombre deriva de Mathematical Analyzer, Numerical Integrator, and Computer, fue desarrollada entre 1952 y 1956 por los científicos e ingenieros de Los Alamos Scientific Laboratory, entidad que hoy en día sobrevive bajo el nombre de Los Alamos National Lab.
Esta supercomputadora se componía por 1.746 tubos de vacío, 7.200 diodos de cristal y 10.000 relés, pesando cerca 30 toneladas y ocupando el espacio de una sala completa tenía una memoria de 1.024 palabras de 40 bits, algo ridículo para nuestros días, pero que lucía como una cosa del futuro hace setenta años.
Sus inicios fueron modestos y hasta aparentemente inocentes. En 1957 se convirtió en la primera computadora en jugar al ajedrez contra un humano, perdiendo en más de una ocasión. Para 1958 tuvo su primer logro histórico calculando la trayectoria de la sonda espacial Pioneer 5.
Pero su objetivo real era mucho más siniestro y poco inocente: parir una nueva era nuclear más peligrosa que la iniciada por Oppenheimer.
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MANIAC quería calcular como lanzar la bomba H
MANIAC en buena medida fue creada para participar en el desarrollo de la bomba H. Su capacidad de realizar complejos cálculos matemáticos en tiempo récord fue crucial para el diseño y la simulación de una explosión termonuclear. Pero desde un inicio era necesario entrenar a la máquina y la mejor forma en la que los científicos pudieron hacerlo era mediante esas partidas de ajedrez aparentemente inofensivas.
La MANIAC tardaba 20 minutos en emitir cada movimiento y el experimento tenía algunas áreas susceptibles de debate, ya que la computadora jugó una versión simplificada del juego, sin alfiles, contra ella misma, contra un experto, Martin Kruskal, matemático y físico de la Universidad de Princeton, y contra una persona que había aprendido el juego poco antes. Fue en este tercer duelo que por fin pudo ganar.
De modo que cuando la supercomputadora en 1956 pudo ganarle su primera partida a un ser humano, realizando 1.000 operaciones de suma por segundo (lo que era una velocidad impresionante para la época), se llegó a un punto importante del proyecto: el avance en la secuencia de cálculos para lograr objetivos fijados. No había vuelta atrás entonces, esa derrota representaba el punto en donde los seres humanos podían depender por completo de este tipo de máquinas para realizar operaciones en tiempo récord.
Si bien la MANIAC participó en proyectos dentro de áreas como la meteorología, la física de partículas, la aerodinámica y hasta en el diseño de reactores nucleares.
Hoy en día podríamos considerar que su mayor contribución fueron las bases que sentó para el desarrollo de las computadoras personales modernas.
Mucho más potentes pero tan portátiles que caben en un sobre para documentos.