Por fin Stephen King ha hablado sobre el tema de obsesión para comunidad creativa y tecnológica: la ética del uso de obra original y protegida para alimentar sistemas de Inteligencia Artificial (IA). Pero, para sorpresa de muchos, resulta que el consagrado autor no tiene tantos conflictos como cualquiera esperaría.
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En el pasado relativamente reciente hemos sido testigos de cómo King se ha queja de manera enfática sobre los cambios bruscos que se han registrado en al industria tecnológica recientemente, destacando por sobre todas las cosas su pleito contra Elon Musk cuando adquirió Twitter.
Existe un debate activo en torno al uso de sistemas de Inteligencia Artificial Generativa como ChatGPT o Midjourney, que parten de insumos e información que en buena parte de los casos están protegidos por derechos de autor o copyright.
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Ahora el reconocido autor de Best-Sellers se ha manifestado sobre este asunto con una reflexión curiosa que nos muestra un poco el panorama de cómo han cambiado las percepciones, sobre cómo era el mundo antes y cómo es ahora.
Stephen King acepta que su obra alimente a cualquier Inteligencia Artificial aunque este sistema no sea un ser humano
El escritor ha publicado un extenso y entretenido ensayo en la más reciente edición de The Atlantic en donde comparte algunas reflexiones sobre cuál era su postura antes del arribo de este tipo de tecnologías y como todo necesariamente ha cambiado.
Lo más interesante e impresionante aquí es que el propio Stephen King asume la evolución de las eras y el movimiento que ha alterado las tendencias con el arribo de los sistemas de Inteligencia Artificial. Para bien y para mal:
“En una de mis pocas incursiones anteriores en la no ficción dije que no puedes aprender a escribir a menos que seas un lector y leas mucho. Los programadores de plataformas de Inteligencia Artificial aparentemente han tomado en serio este consejo.
Debido a que la capacidad de la memoria de la computadora es tan grande (todo lo que escribí podría caber en una memoria USB, un hecho que nunca deja de sorprenderme), estos programadores pueden descargar miles de libros en mezcladores digitales de última generación. Incluyendo, al parecer, los míos.
La verdadera pregunta es si obtienes una suma mayor que las partes cuando vuelves extraes el resultado. ¿Prohibiría la enseñanza (si esa es la palabra) de mis cuentos a las computadoras? Ni siquiera lo haría aunque pudiera.”
La reflexión del autor es que esta tecnología puede generar resultados no precisamente satisfactorios, incluso compara a los sistemas de IA con una licuadora digital.
Pero el reto real sería enseñar a cualquier plataforma de este tipo a generar genuinamente un mejor arte.