Los unicornios son criaturas mitológicas que han sido objeto de leyendas y fantasías a lo largo de la historia. Su representación es la de un caballo con un solo cuerno en el centro de la frente. Si usted, querido lector, ha visto alguno en carne propia, es muy probable que no haya estado bajo sus cabales al 100 por ciento.
No existe evidencia científica de que los unicornios hayan existido en la realidad, se cree que su origen se remonta a la mitología Celta, quien utilizaba esta criatura como un símbolo de pureza e inocencia, y al mismo tiempo de virilidad y poder.
Una de las primeras referencias proviene de la antigua Mesopotamia, donde se encontraron sellos y cilindros con representaciones de animales parecidos a unicornios. Estas imágenes podrían haber influido en las creencias posteriores sobre estos seres míticos.
También se menciona en la Biblia en varias ocasiones, aunque su descripción varía y su traducción puede ser objeto de debate. En algunos pasajes, se interpreta como un toro salvaje o un animal fuerte y poderoso.
Entonces, para que aparezca en este tipo de referencias prehistóricas, muchos teorizan que debió haber existido en alguna etapa de nuestro desarrollo como raza.
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¿Encontraron un fósil de unicornio?
Científicos que realizaban una expedición en la región de Yakutia, en Siberia, Rusia se encontraron con un fósil de un animal que habitó esta zona hace unos 29 mil años. No se trata exactamente de un unicornio, pero es muy parecido a las criaturas que vemos representadas en cuestiones infantiles, en la actualidad.
Se trata de un animal llamado Elasmotherium sibiricum, una especie extinta de rinoceronte conocida comúnmente como “rinoceronte siberiano”.
Este fósil encontrado en 2016 es considerado uno de los más completos y mejor conservados del animal en cuestión hasta la fecha. El Elasmotherium sibiricum vivió durante el período Pleistoceno.
Era una especie de rinoceronte de gran tamaño que se caracterizaba por tener un solo cuerno largo y recto en su frente, similar a la representación de un unicornio.
Dicho hallazgo permitió a los científicos obtener información valiosa sobre la anatomía y el comportamiento de esta especie extinta. A partir del estudio del fósil, se ha determinado que el Elasmotherium sibiricum era mucho más grande de lo que se pensaba inicialmente, con un tamaño comparable al de un rinoceronte blanco actual.
Además, el fósil proporcionó evidencia de que esta especie poseía adaptaciones especiales en sus dientes, lo que sugiere que se alimentaba principalmente de vegetación dura y fibrosa. Se cree que habitaba en regiones de estepas y praderas, y su tamaño y estructura dental indican que pudo haber tenido una dieta herbívora especializada.