Ciencia

Robert Cornish, el científico que resucitaba animales y a quien no dejaron experimentar con humanos

El nombre de Robert Cornish lo conocen pocos aficionados a la ciencia, pero probablemente fue el científico que estuvo más cerca de lograr la resurreción.

El nombre de Robert Cornish lo conocen pocos aficionados a la ciencia, pero probablemente fue el científico que estuvo más cerca de lograr la resurreción humana. Y no, no es un relato de la biblia.

Nacido el 21 de diciembre de 1903 en California, Estados Unidos, fallecido el 6 de marzo de 1963 falleció por causas naturales, Cornish es conocido por ser el padre del Proyecto Lázaro, contando con la colaboración de la Universidad de Berkley.

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Como recuerda un informe publicado en el sitio web de Clarín, en los años treinta, Robert Cornish creó un sistema para resucitar muertos. Sus pruebas comenzaron con animales, en particular con cinco perros que llamó Lázaro, como el personaje de la biblia que resucitó gracias a Jesús.

Cornish logró comprobar su experimento con algunos de los caninos, pero su ambición estaba puesta en la raza humana y la esperanza de lograr científicamente la resurrección.

A los perros les inyectó éter, un líquido que se utiliza en medicina como anestésico. De esta manera, los animales morían clínicamente y Robert podía poner en marcha su esperanzadora teoría. El biólogo creía que si balanceaba el cuerpo muerto de arriba a abajo en repetidas ocasiones y le aplicaba sangre, anticoagulantes y oxígeno, podía reactivar los sistemas del cuerpo inerte.

Los tres primeros intentos fueron un fracaso, pero los dos últimos perros revivieron y sobrevivieron durante meses. Eso sí, resucitaron con importantes daños cerebrales, alteraciones nerviosas severas, motricidad desequilibrada y ceguera.

El fallido intento con un delincuente

Tras probar con cerdos y con la ambición que lo caracterizaba, este científico intentó revivir a un delincuente condenado a pena de muerte en 1947: Thomas McMonigle, un asesino de niños preso en la prisión de San Quintín.

Sin embargo, las autoridades penitenciarias no le dieron el permiso para manipular el cuerpo del criminal una vez fuera sometido a la cámara de gas.

Debido a la presión mediática, Robert Cornish renunció a su proyecto, especialmente porque algunos colegas y organizaciones lo habían criticado. ¿Fracasó o no lo dejaron triunfar? Es una pregunta de la que nunca sabremos a ciencia cierta la respuesta.

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