Un estudio del Imperial College de Londres, Reino Unido, ha encontrado que el biogás y el biometano, considerados como respetuosos con el clima, emiten más del doble de metano de lo que se creía.
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Esta investigación publicada en One Earth y citada en el sitio web de El Periódico explica que si bien siguen siendo más limpios que las alternativas no renovables, los investigadores piden a las industrias que se mejore el control y la reparación de fugas.
Tanto el biogás como el biometado se producen a partir de la descomposición de la materia orgánica, incluidos los alimentos, los residuos animales, los cultivos energéticos, la hierba, entre otros, lo que los convierte en alternativas renovables al gas natural, el carbón y el petróleo.
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Sin embargo, los investigadores han detectado problemas en las cadenas de suministro de energía para estos gases que contribuyen al cambio climático, llegando a la conclusión de que hay que hacer más esfuerzos para reducir las fugas de metano.
Cifras negativas del estudio
Las cifras de la investigación alarma a los conocedores de la materia: el metano provoca unas 27 veces más calor en la atmósfera que el dióxido de carbono (CO2) y es responsable de al menos una cuarta parte del calentamiento global, según el informe AR6 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
El estudio del Imperial College revela que las cadenas de suministro de biometano y biogás liberan más del doble de metano que la estimación anterior de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
También asegura que el 62% de estas fugas se concentran en un pequeño número de instalaciones y equipos dentro de la cadena, a los que denominan “superemisores”.
Los investigadores destacaron que, en comparación con la industria del petróleo y el gas, la del biometano se ve afectada por instalaciones de producción mal diseñadas y gestionadas, así como de falta de inversión para su modernización, funcionamiento y control.
Los investigadores afirman que es necesario prestar atención urgente a la solución de las fugas de metano. Saber con precisión dónde se producen la mayoría de ellas ayudará a las plantas de producción a hacerlo.