Ciencia

Perú: Una persona encontró en su hogar restos de incas de, al menos, 500 años de antigüedad

En una vivienda de un barrio de Lima, Perú, la persona tuvo que llamar a arqueólogos para que terminaran de revelar y analizar los hallazgos.

El pasado está presente en nuestro día a día, y para muchos puede llegar de forma bastante sorpresiva. Es el caso de un vecino de Lima, Perú, que durante una construcción en su vivienda halló restos de incas de, al menos, 500 años de antigüedad.

Ocurrió en el distrito limeño de San Juan de Lurigancho. Esta localidad alberga cientos de sitios arqueológicos de culturas que se desarrollaron antes y después del Imperio Inca, de acuerdo con Voz de América.

El arqueólogo Julio Abanto dirigió el equipo que terminó de excavar en el sitio.

“Toda esta zona urbana está catalogada como una zona de emergencia: es decir, cuando los vecinos quizás hagan alguna actividad de remoción de suelo, puedan darse con la sorpresa de encontrar contextos arqueológicos”.

Las tumbas se encontraban a cuatro metros de profundidad, conformadas por fardos funerarios múltiples, es decir, restos óseos de más de un cuerpo junto a objetos de cerámica.

“Corresponden a la época inca, tienen como 500 años de antigüedad”, señaló Abanto, citado por Voz de América.

El legado de los incas en Sudamérica

El Imperio inca se extendía por los Andes, abarcando las actuales Perú, Ecuador, Bolivia y parte de Chile. Su período de mayor esplendor ocurrió entre los años 1400 y 1500, decayendo con la llegada de los españoles a la zona.

“La presencia del Estado Inca sobre nuestro territorio”, escribió Abanto en un artículo publicado en el portal San Juan de Lurigancho, “tuvo un gran poder en la administración territorial, en la economía, en la producción, así mismo en la organización social y costumbres de culto. Su impacto fue increíble y su legado nos ha perdurado en el tiempo como símbolo de su majestuosidad”.

Lurigancho, la zona en la que se encontraron los restos, pudo contar con cinco mil habitantes.

“Sin duda fue un espacio único que se gestó durante milenios”, agrega el arqueólogo Abanto. “Sus campos de cultivo eran atravesados por una red de acequias que, además de tomar las aguas del río, se alimentaban de un enorme grupos de manantiales, entre las chacras y caminos existía una fila de árboles frutales como chirimoyas lúcumos, paltos, pacaes, etc”.

“Los cerros cubiertos de vegetación en el invierno eran pastoreados por una cantidad increíble de camélidos, espacios naturales que proveían de animales de caza como venados, vizcachas y aves”.

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