Miembros de una de las grandes civilizaciones de la historia de la humanidad, los fenicios vivieron al menos dos mil años antes de Cristo en el norte de África y sur de Europa. Grandes navegantes, fueron los primeros en utilizar las estrellas para sus viajes nocturnos.
A principios del siglo XX, en la antigua isla fenicia de Motya, luego renombrada San Pantaleo, encontraron lo que pensaban era un puerto, un “kothon” que servía, seguramente, para proteger y arreglar barcos militares.
Pero una reciente investigación de la Universidad Sapienza de Roma le da un vuelco al descubrimiento. No era un puerto militar, sino una piscina para analizar los movimientos de las estrellas, siempre con la protección de los dioses.
De acuerdo con el profesor Lorenzo Nigro, experto arqueólogo de la Univesidad Sapienza de Roma, este “kothon” nunca estuvo unido al mar. Era una cuenca separada de la costa, alimentada por tres manantiales de agua dulce.
En la antigüedad, un signo de favor divino, según Nigro.
El arqueólogo apunta que, además de ser un complejo religioso, pudo “haber permitido a los fenicios estudiar las posiciones cambiantes de las estrellas y los planetas, que eran cruciales para la navegación de sus barcos”.
La investigación de Nigro y sus compañeros fue publicada en la revista Antiquity, de Cambridge.
La piscina sagrada de los fenicios y su análisis de las estrellas
“Se argumenta aquí que la cuenca no era un puerto sino, más bien, una piscina sagrada, que recogía agua dulce y puede haber servido para la observación del movimiento de las estrellas que eran importantes para la navegación fenicia”, señala la investigación.
Los expertos apuntan que los templos, nichos arquitectónicos, estelas y otras características dentro del complejo estaban orientados hacia estrellas y constelaciones ascendentes y de puesta de importancia práctica y simbólica, como equinoccios y solsticios.
En el centro de la piscina sagrada hallaron, en la década de 1930, una estatua del dios Ba’al, un jefe del panteón fenicio. Su cabeza, que probablemente tenía una corona con cuernos, nunca fue hallada.
El recinto estaba rodeado por un “temenos” circular, un área sagrada, dentro del cual se colocaban varias piedras en pie, “posiblemente de acuerdo con las observaciones de las estrellas y los planetas”, señala Nigro en su investigación.
Los arqueólogos seguirán analizando el área para ver si pueden hallar mayores vestigios de la antigua civilización fenicia. Estos grandes navegantes y comerciantes, creadores de un alfabeto e impulsores del arte, sucumbieron cerca del 539 antes de Cristo ante las huestes de Ciro II el Grande, rey de Persia, actual Irán.