Ciencia

Cinco hechos sobre el sabio Giordano Bruno, en un nuevo aniversario de su quema por la Inquisición

Giordano Bruno fue un adelantado que, desde la duda religiosa, impulsó ideas como la negar que la Tierra fuera el centro del Universo.

El 17 de febrero de 1600, frente a centenares de personas en el Campo dei Fiori, Roma, el prisionero Giordano Bruno era quemado en la hoguera por la Inquisición.

Su delito: no renunciar a sus ideas religiosas, filosóficas y astronómicas. El papa Clemente VIII, con el hoy santo Roberto Belarmino entre sus jueces, lo condenaron a morir en el fuego.

Al oír su condena, dijo: “El miedo que sentís al imponerme esta sentencia tal vez sea mayor que el que siento yo al aceptarla”.

En un nuevo aniversario de su ejecución, recordamos cinco hechos sobre el sabio Giordano Bruno.

Los orígenes de Giordano Bruno

Era hijo de un soldado, Giovanni Bruno, que servía en el ejército español, y de Fraulissa Savolino. Nació en Nola, cerca de Nápoles (bajo dominio de los españoles), en 1548, y lo llamaron Filippo.

Al entrar en la Orden de los Dominicos en 1565 asume el nombre de Giordano. Nunca se adaptó: se negó a tener imágenes de santos en su celda, aceptando solo el crucifijo, y se llegó a burlar de sus compañeros. Acusado por sus superiores de hereje, huyó del convento en 1576.

Sus ideas

En la Europa de la era, dividida en cientos de reinos, Giordano Bruno comenzó una vida errante. “Toda la Tierra es patria para un filósofo”, decía, y así lo fue para él.

Enseñó gramática y cosmogonía en el norte de Italia, y comenzó a difundir sus ideas sobre astronomía, defendiendo la pluralidad de mundos (no estamos solos en el Universo) y el heliocentrismo, el hecho de que los planetas se mueven alrededor del Sol, cuando la idea religiosa era que la Tierra, como creación de Dios, era el centro de todo.

También impulsó el pensamiento de la infinitud del espacio y el Universo, además del movimiento de los astros. Luego estuvo en Ginebra, Lyon, Toulouse, París, Praga, Fráncfort y Zúrich.

Giordano Bruno, capturado

Conocido en toda la Europa de la época, su nombre era respetado por los ilustrados y denostado por la Iglesia. La Inquisición seguía sus pasos, y estando en Frankfurt, recibió una carta de un noble veneciano, Giovanni Mocenigo, que le invitó a la república para que le enseñara sus conocimientos.

Giordano decidió volver a Italia, llegando a dar clases en la Universidad de Padua. En 1592, cuando se decidía a volver a Frankfurt, Mocenigo lo convenció de que se quedara unos días más.

El 23 de mayo fue encerrado en un sótano por un grupo de gondoleros pagados por el noble veneciano, y un día después lo arrestaron soldados de la Inquisición. Su suerte estaba echada.

Los juicios contra el sabio nolano

El juicio a Giordano Bruno por parte de la Inquisición veneciana comenzó en 1592. Se le acusó de hereje, no solo por sus ideas religiosas, sino por sus propuestas de astronomía.

Se dijo que se burlaba de la Iglesia, de los frailes y de Cristo.

Un año después pasó a Roma, donde se enfrentó directamente con el papa Clemente VII. Estuvo siete años en la cárcel de la Inquisición, junto al Palacio del Vaticano. Desde allí escuchaba las torturas de otros prisioneros.

No obstante, Giordano Bruno no se retractó de sus ideas. El Santo Oficio lo condenó a morir en la hoguera.

Su muerte en la hoguera

Trasladado al Campo de Fiori, en Roma, amarrado y golpeado, enfrentaría su destino: morir quemado vivo. Muchos otros prisioneros recibían “la gracia” de ser muertos primeros para no sufrir el dolor del fuego, pero a Giordano no solo se le privó de esto, sino que se amarró su boca (algunos dicen que le clavaron la lengua al paladar) para que no hablara.

Murió el 17 de febrero de 1600.

“No importa cuán oscura sea la noche, espero el alba, y aquellos que viven en el día esperan la noche. Por tanto, regocíjate y mantente íntegro, si puedes, y devuelve amor por amor”, fue una de sus frases más reconocidas.

Con información de NatGeo y la BBC.

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