Los casos de Covid-19 se han incrementado en niños desde los últimos meses del 2021, por lo cual se aceleró la emisión de autorizaciones para uso de emergencia de vacunas infantiles a fin de evitar su crecimiento y complicación, al grado de llegar a los hospitales.
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En este marco de aumento de infecciones, se comenzó a presentar una secuela del SARS-CoV-2 que originalmente aquejaba a los adultos, un raro padecimiento asociado a la modificación del olfato, conocida como parosmia.
De acuerdo con la Universidad de Anglia Oriental, en coordinación con la organización Fifth Sense, en Reino Unido, se ha reportado un alza de los niños y niñas con este padecimiento, el cual influye en su alimentación por el rechazo a alimentos que antes consumían.
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Cuando existe una modificación de los olores o sabores de los alimentos, los menores se ven forzados a evitar su ingesta, así se trate de su helado favorito, las frituras de su preferencia o los dulces que acostumbraban “devorarse”.
En Reino Unido la cifra de adultos con parosmia ronda los 250 mil habitantes; no obstante, los niños han comenzado a incrementar dicha cifra por las nuevas infecciones en el país, que ha relajado las medidas de prevención pese al surgimiento de la variante ómicron.
“No ha sido realmente reconocido por los profesionales médicos, que solo piensan que los niños comen mal sin percatarse de los problemas subyacentes”, subrayó el especialista Carl Philpott, de la Universidad de Anglia Oriental.
La principal recomendación para subsanar el problema es poner atención a las acciones de los niños y someterlos a un proceso de rehabilitación basado en sabores suaves y aromáticos, es decir, evitar alimentos que podrían ser desagradables para los niños.