Ciencia

Día internacional de la capa de ozono: por qué tenemos que seguir protegiéndola

Ya estuvimos a punto de destruirla pero la recuperamos

La capa de ozono es una de las partes más importantes de nuestra atmósfera. Aunque, por supuesto la parte donde vivimos, podría parecernos mucho más importante.

A fin de cuentas la tropósfera, que se extiende desde el suelo hasta unos 15 kilómetros de altitud, es la que contiene la mayor concentración de gases, entre ellos el oxígeno.

Y sin duda, aunque no sea el gas principal de la atmósfera, el oxígeno es el componente que nos parece más importante: a fin de cuentas varias formas de vida de la Tierra lo necesitamos para respirar.

Pero ese tipo de oxígeno, no es el único que existe en la naturaleza: también está el ozono. En la atmósfera este gas se concentra en la estratósfera, a altitudes superiores a los 15 kilómetros, en donde tiene una tarea muy importante qué cumplir.

Oxígeno que no se puede respirar

Aunque tenga un nombre diferente, el ozono también está formado por átomos de oxígeno, pero que están organizados diferente que en el oxígeno molecular. Este es el que respiramos y sus moléculas están formadas por dos átomos de oxígeno unidos por dos enlaces.

El ozono es un alótropo del oxígeno: una variedad de un elemento que tiene una estructura diferente. En este caso, en lugar de dos átomos de oxígeno, tiene tres y esos átomos están unidos por tres enlaces en total.

La diferencia de que haya más átomos y más enlaces cambia las propiedades y por eso el ozono y el oxígeno son muy diferentes.

El oxígeno es parte de los procesos de respiración, mientras que el ozono irrita las vías respiratorias y no sería adecuado para mantener la vida.

Pero el hecho de que tenga más enlaces, hace que su molécula tenga la capacidad de absorber energía.

Por esta razón, la capa de ozono puede retener las radiaciones de alta energía que llegan del Sol, específicamente la luz ultravioleta, UV.

La capa de ozono retiene toda la luz UV de mayor energía, que se clasifica como UVC y eso es muy bueno, porque ese tipo de luz es radiación ionizante. Eso quiere decir que tienen la capacidad de interactuar con moléculas como el ADN y causar daños en las células.

Recordando a los defensores de la capa de ozono

Así que, el hecho de que nuestro planeta tenga vida tiene que ver con que tengamos una atmósfera que contiene oxígeno para respirar, pero también esta otra variedad de oxígeno que nos salva de radiaciones de alta energía.

Por esta razón fue muy preocupante cuando en la década de los 1980 se descubrió que había zonas de la atmósfera en las que estaba disminuyendo la concentración de ozono.

Aunque en realidad, una década antes, un grupo de científicos ya había advertido que eso podía pasar si continuábamos produciendo clorofluorocarbonos, CFC.

El neerlandés Paul Crutzen, el estadounidense Sherwood Rowland y el mexicano Mario Molina, habían estudiado el efecto de los CFC en el ozono. Ese es un tipo de gases que en condiciones normales son poco reactivos, así que se empleaban como agentes extintores de fuego, en aerosoles y en sistemas de refrigeración.

Pero Crutzen, Rowland y Molina encontraron que al llegar a las capas superiores de la atmósfera, los CFC ayudados por la luz UV reaccionarían con el ozono.

Aunque su advertencia no fue escuchada inicialmente, una vez que se supo que tenían razón, todavía se pudo actuar para detener la producción y uso de los CFC, para lo que se firmó el Protocolo de Montreal en 1987.

En 1995, Crutzen, Rowland y Molina recibieron el Premio Nobel de Química, por sus contribuciones que hicieron posible detener el deterioro de la capa de ozono. Así que hoy, en el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, también es un buen día para recordarlos.

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