Ciencia

Algunas hembras de colibrí se disfrazan de machos para tener mejores oportunidades

Es un ejemplo de que la apariencia no solo tiene fines de apareamiento

Muchas especies de colibrí, igual que en otros animales, existe un dimorfismo sexual: diferencias de apariencia entre machos y hembras, que van más allá de la diferenciación de los órganos reproductivos.

Por ejemplo podemos distinguir un león de una leona por la melena del primero, o hay especies de arañas, en que las hembras son notablemente más grandes que los machos. 

En las aves es común que el dimorfismo sexual se presente con variaciones en el color del plumaje. 

Esas diferencias pueden aparecer cuando los individuos alcanzan la madurez sexual, o también puede ser incluso estacional y ocurrir solo en los momentos del año que son propicios para el apareamiento.

Casi siempre se ha pensado que estas diferencias de apariencia entre machos y hembras dan una ventaja para la reproducción. Pero podría suceder que no siempre sea así y que haya otros factores involucrados.

Los colores del colibrí

La especie de colibrí Florisuga mellivora tiene la particularidad de que la diferenciación de colores entre machos y hembras se da solo cuando llegan a la edad adulta.

Antes de eso, en su juventud, los machos y hembras, de esta especie de colibríes, que viven desde México y el sur de Brasil, tienen una apariencia muy similar. Sus alas son verdes, su cabeza mayormente azul y su pecho blanco, de donde viene el nombre común de la especie: colibrí jacobino de cuello blanco.

Pero cuando alcanzan la madurez sexual las hembras pierden los colores vivos del plumaje y terminan con otros más apagados: un verde-grisáceo tanto en las alas como en la cabeza.

Los machos mantienen más o menos el mismo esquema que en su juventud, de colores vivos, que entonces los distinguen de las hembras, al menos de casi todas.

Un estudio publicado esta semana en la revista científica Current Biology, muestra que en esta especie de colibrí, existen hembras adultas que mantienen el color de su plumaje juvenil.

La investigación se realizó durante cuatro años, durante los cuales se capturaron más de 400 especímenes de jacobinos de cuello blanco en Panamá.

A las aves primero se les clasificaba como machos o hembras de acuerdo a su plumaje y luego, pero luego se les determinaba el sexo biológico por determinación genética. Así se encontró que casi 30% de las hembras tenían un plumaje que les daba apariencia de machos.

Ventajas sociales

Esta conclusión llevó a los investigadores a preguntarse qué ventaja podrían tener las hembras que conservaban sus colores juveniles, para verse como “machos adultos”.

Para eso observaron las interacciones de los colibríes, no solamente las de apareamiento, sino las sociales: por ejemplo cuando comían.

Encontraron que muchas veces las hembras “típicas”, es decir que mostraban colores apagados en sus plumas, tenían muchas desventajas en las interacciones sociales.

Observaron que las hembras eran ahuyentadas de los comederos, generalmente por otros machos: ya sea con actitudes agresivas, persecuciones o incluso con picotazos.

Estas conductas se repetían no solo entre miembros de la especie de jacobinos de cuello blanco, sino con otras especies de colibrí, con las que comparten hábitat. Colibrís de otras especies, también eran más agresivos con las hembras de los jacobinos, si ellas tenían sus colores habituales.

Así, las hembras que mantenían su “aspecto masculino” no pasaban por tantas agresiones y molestias, y podían alimentarse en paz.

En cuanto a si el uso de este camuflaje da una desventaja para el apareamiento, los investigadores encontraron que, aunque las hembras con colores típicos eran más cortejadas, las que tenían “colores masculinos”, también conseguían pareja.

Todavía falta determinar el mecanismo biológico por el que estas hembras de colibrí logran mantener sus colores. Pero sin duda esta investigación aporta datos sobre el comportamiento de estas aves, que nos pueden hacer pensar en el de otros animales.

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