Ciencia

Ambiente: la selva del Amazonas emite más dióxido de carbono del que absorbe

Hasta hace poco pensábamos que las grandes selvas ayudaban a revertir el cambio climático, pero ya no es así

Muchas veces nos referimos a la selva del Amazonas como “un pulmón del planeta”, esto porque su vegetación contribuye en la producción de oxígeno a partir de dióxido de carbono.

Y es cierto que la selva amazónica es el bosque tropical de mayor extensión en el mundo, por lo que gracias a la fotosíntesis de todas sus plantas, participa en el ciclo del carbono, regulando la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera.

Pero esa tendencia parece estarse revirtiendo: la selva del Amazonas ahora está emitiendo mucho más dióxido de carbono que el que puede capturar.

Sin duda esto es preocupante y nos deja varias interrogantes: ¿cómo llegamos a este punto?, ¿hay forma de revertir la tendencia o ya no hay nada qué hacer?

Algas y árboles

La fotosíntesis es el proceso en el organismos autótrofos como plantas y algunas bacterias, obtienen su propio alimento, convirtiendo el dióxido de carbono en carbohidratos y oxígeno.

A diferencia de los organismos heterótrofos, como los animales que necesitamos comer para obtener energía, los organismos autótrofos obtienen su alimento en la fotosíntesis a partir del dióxido de carbono que toman de la atmósfera y la energía de la luz solar.

Además, en ese proceso fabrican algo más que carbohidratos: también producen oxígeno.

Se estima que el plancton oceánico es el encargado de producir del 50 al 80% del oxígeno del planeta. 

Aunque la contribución de los bosques y selvas terrestres es menor, su existencia contribuye a mantener un equilibrio climático entre el oxígeno y el dióxido de carbono.

Y la selva del Amazonas en general había mantenido un balance muy equilibrado entre la cantidad de dióxido de carbono que se consumía y la que se producía.

Amazonas y ciclo del carbono

La región en la que se encuentra la selva del Amazonas, también llamada Amazonía o selva Amazónica, está ubicada en una región muy grande de Sudamérica, que abarca hasta 7 millones de kilómetros cuadrados, y se extiende por territorios de 9 países.

Siempre se le ha considerado como un sumidero de carbono: una zona que absorbe carbono de la atmósfera, reduciendo el dióxido de carbono del aire.

En la naturaleza la fotosíntesis es el proceso principal que reduce el carbono. Por esta razón una selva tropical como el Amazonas tiene esa capacidad de amortiguar las variaciones de CO2 en la atmósfera.

El uso indiscriminado de combustibles fósiles desde el inicio de la Revolución Industrial ha hecho que la concentración de CO2 aumente cada año. Por eso es tan importante la existencia de sumideros de carbono como la Amazonía.

Círculos climáticos viciosos

Un estudio publicado ayer, en la revista Nature, muestra que la capacidad del Amazonas para capturar dióxido de carbono no solo se ha reducido, sino que el balance de carbono se ha perdido.

La terrible conclusión se extrae de un estudio atmosférico en el que se utilizaron aviones equipados con detectores para medir emisiones de dióxido de carbono.

Los vuelos se realizaron durante ocho años, entre 2010-2018, mostraron evidencias de que en las zonas con mayor deforestación, hay mayor concentración de CO2.

Esa deforestación en muchos casos es intencional para tener tierras de cultivo o para la ganadería. Pero también hace que haya condiciones desfavorables para que la vegetación se mantenga.

Que haya menos árboles no solamente implica menos consumo de CO2, también disminuye la humedad y menos lluvias llevan a menos vegetación.

Aunque es difícil revertir por completo esto, la reforestación extensiva podría mejorar las condiciones actuales.

Así que quizá todavía no sea demasiado tarde para salvar a la selva del Amazonas.

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