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Ciencia: ¿por qué existen diferentes tipos de sangre?

La sangre cumple las mismas funciones en el cuerpo de todos, pero hay algo que la hace diferente de una persona a otra

Hoy que es Día Mundial del Donante de Sangre es un buen momento para pensar por qué no todos tenemos el mismos grupo sanguíneo.

Esta conmemoración promovida por la ONU busca hacer conciencia sobre lo importante que es disponer de sangre y otros productos sanguíneos -plasma, plaquetas-, para transfusiones.

Una de las formas en que nos aseguramos de que las transfusiones cumplan con su objetivo de salvar vidas, es que la sangre del donante sea compatible con la persona que la recibe.

Aunque los glóbulos rojos de todos los seres humanos cumplen con la función de transportar oxígeno, hay algo que los hace diferentes de una persona a otra.

Sangre, plasma y antígenos

La sangre se considera un tejido del cuerpo humano, pues es un conjunto de células organizadas que cumplen una función en común.

Aunque tiene componentes sólidos, la mayor parte de la sangre es líquida: el plasma que está forma por agua, sales y proteínas

Los componentes sólidos de la sangre son las diferentes células sanguíneas: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.

Una de las funciones más importantes que cumple la sangre es transportar el oxígeno en el cuerpo, de lo que se encargan los glóbulos rojos o eritrocitos.

Y además es en estas células sanguíneas en donde está la diferencia que hace que existan diferentes tipos de sangre.

En la superficie de los glóbulos rojos existen ciertas moléculas que se llaman antígenos, que pueden ser proteínas o polisacáridos, y que tienen varias funciones, como detectar células o sustancias no deseadas, para neutralizarlas.

Sistema ABO

Los antígenos que tenemos en nuestros glóbulos rojos dependen de factores genéticos: nuestro grupo sanguíneo depende del de nuestros padres.

Considerando los antígenos en la superficie de los glóbulos rojos, se reconocen cuatro grupos sanguíneos: A, B, AB y O.

El patólogo austriaco Karl Landsteiner fue quien encontró estas diferencias entre los glóbulos rojos, que permiten clasificar los tipos de sangre.

Si los eritrocitos tienen antígenos tipo A, la sangre es del grupo A; si tienen antígenos tipo B, se clasifican como grupo B, si presentan ambos antígenos A y B, son del grupo AB.

Por último, existen personas con eritrocitos que no contienen ningún tipo de antígenos: se clasifican como grupo O

¿A qué se debe la incompatibilidad?

Una de las aportaciones de Karl Landsteiner al identificar los grupos sanguíneos, fue mostrar por qué había incompatibilidad en las transfusiones.

La sangre tipo A, no solamente tiene antígenos A, sino que su plasma puede desarrollar anticuerpos contra el tipo B, lo que quiere decir que si recibe sangre B, su plasma la identificará como algo extraño que debe atacar. 

Esto mismo pasa en sentido contrario con el grupo B y las consecuencias de esto no son nada agradables, ni deseables.

Quienes pertenecen al grupo AB, con ambos antígenos, no desarrollan anticuerpos de ningún tipo en el plasma, por lo tanto pueden recibir sangre tipo A y B sin problema.

Como los eritrocitos del grupo O no tienen antígenos, este grupo puede donar a cualquier otra persona, sin embargo como su plasma contiene anticuerpos anti-A y anti-B, solo podrá recibir sangre de su mismo tipo.

Además de la clasificación ABO, existe un factor adicional a tomar en cuenta: el Rh, también descubierto por Landsteiner.

Si este factor es positivo indica la presencia de la proteína RhD y si es negativo su ausencia: es muy importante que en una transfusión exista compatibilidad tanto del grupo ABO, como de este factor.

Y no olviden: saber nuestro tipo de sangre, incluyendo el factor Rh, es algo que puede salvarnos la vida y también ayudar a salvar la de alguien más.

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