Ciencia

Cambio climático y basura espacial: dos problemas que se han vuelto uno

Los seres humanos hemos modificado el ambiente que nos rodea, incluso fuera de la Tierra

Desde que los seres humanos aparecimos en el planeta no hemos dejado de modificar nuestro entorno.

PUBLICIDAD

Primero con la caza, luego domesticando plantas y animales para nuestro beneficio, también al usar el fuego: todas esas acciones, aparentemente pequeñas, hechas por nuestros antepasados comenzaron a modificar el ambiente.

Luego la Revolución Industrial marcó un hito en muchos sentidos: desde entonces los seres humanos hemos contribuido significativamente a que suba la temperatura del planeta.

Y desde hace unas décadas nuestra influencia en el ambiente se ha extendido un poco más y ha llegado al espacio.

Tiradero de basura orbital

Podemos decir, que hasta mediados del siglo XX, los seres humanos nos habíamos dedicado a modificar solamente el ambiente más cercano y la órbita de la Tierra estaba completamente limpia.

Pero eso cambió en 1957 cuando la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial, Sputnik 1: el primer objeto humano en estar en la órbita baja de la Tierra, que además inició la carrera espacial, entre la URSS y EE. UU.

Ese pequeño satélite, una esfera metálica de apenas 58 centímetros de diámetro, con cuatro antenas, fue funcional poco tiempo: sus baterías duraron unas tres semanas y sabemos que cayó de vuelta a la Tierra en 1958.

Aunque los satélites actuales por supuesto tienen vidas útiles mucho mayores que el Sputnik 1, en algún punto dejan de funcionar.

Pero no es que podamos bajarlos y llevarlos a un tiradero de basura: su destino es seguir ahí, orbitando, hasta que en algún momento, caen.

En general la basura espacial tiene un decaimiento orbital, es decir que se va desacelerando, por su contacto con la atmósfera y así puede caer a la Tierra.

Además la fricción con la atmósfera hace que los pedazos se desintegren o se hagan más pequeños.

Cambio climático y atmósfera

La historia del cambio climático sin duda es mucho más antigua que la basura espacial: comenzó cuando hicimos extensivo el uso de combustibles fósiles.

Quemar carbón o derivados del petróleo ha incrementando la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera: un gas de efecto invernadero.

Ese gas ya existía naturalmente y cumplía la función de mantener una temperatura adecuada, porque evita que se escape el calor del Sol que llega a la Tierra.

Por eso, demasiado dióxido de carbono en la atmósfera aumenta la temperatura del planeta.

Pero ahora sabemos que ese no es el único problema: hay evidencias de que más dióxido de carbono disminuye la densidad de la atmósfera.

Tierra: tenemos dos problemas

Actualmente orbitan la Tierra decenas de miles de objetos, con el tamaño suficiente para que los podamos detectar desde el suelo, pero son los únicos hay muchos otros más pequeños o incluso diminutos, de apenas 1 milímetro.

De esos, solo 3370 son satélites activos: los demás son considerados basura espacial.

Pueden ser satélites completos que ya no se usan, cohetes o pedazos de cohetes: como el Long March 5B, que cayó recientemente.

Y pues aunque la noticia del cohete chino alarmó a muchos, en general de los  escombros espaciales se espera que caigan y se desintegren, al menos parcialmente, con ayuda de la atmósfera.

Estos procesos ocurren cada cierto tiempo y en cierta medida van limpiando los alrededores de la Tierra.

Pero con la reducción de la densidad atmosférica que se ha observado, también hay una disminución del decaimiento orbital: esto hará que la basura espacial tenga tiempos más largos de permanencia en órbita.

Así que el espacio alrededor del planeta acumulará más y más objetos en órbita con el paso del tiempo, pues además el lanzamiento de satélites no se detiene. 

Así que, por si no teníamos suficientes razones para preocuparnos por el cambio climático, aquí está otra. Además por supuesto de que esa idea de que la atmósfera de la Tierra se está volviendo menos densa no suena nada alentadora.

Tags

Lo Último