Estudios

Expertos afirman que escuchar música pop activa la misma región cerebral que el alcohol y la cocaína

¡Música adictiva!

Antes que todo es importante destacar que el pop no está por encima del resto de los géneros musicales. Identifican este estilo porqué fue el que utilizaron para poder obtener resultados uniformes. Las investigaciones seguirán adelante con otros tipos de música, para no generar polémica. Lo que sí es determinante es que las armonías activaron la misma región cerebral de estímulo que el alcohol o la cocaína. Se realizaron estudios liderados por neurocientíficos que analizaron la actividad cerebral en cada uno de los participantes.

Reseña Daily Mail que el estudio estuvo dirigido por neurocientíficos de la Universidad McGill en Montreal. Lograron analizar los efectos de la música pop en el cerebro apoyándose en imágenes magnéticas y al mismo tiempo ejecutando la estimulación magnética transcraneal. Realizar este ejercicio de estimulación llevó a los participantes a sentir mayor placer gracias a la música que les estaban colocando. El cerebro tiene una serie de circuitos auditivos que se conectan con los de recompensa. Entonces, aunque la vía sea diferente el centro de recompensa fue el mismo para las sustancias adictivas y la música pop.

Detallan que la cocaína y el alcohol estimulan una región a la que llaman dopamina mesolímbico del cerebro a través de una vía de recompensa. Esta misma vía es estimulada por otro tipo de situaciones en las que se encuentran otro tipo de drogas, las comidas, el sexo y la invitada especial de este estudio: la música.

«La capacidad de la música para inducir sentimientos de placer ha sido objeto de una intensa investigación neurocientífica últimamente. Los resultados actuales indican que la participación de las vías cortico-estriatales es esencial para la experiencia de la recompensa musical», dijeron los autores de la investigación, pertenecientes a la casa de estudios canadiense.

La región cerebral estimulada

Detalla el portal citado, que los autores identifican la región en específico que se activa bajo las estimulaciones mencionadas. Se trata de una zona llamada mesencéfalo también conocida como área tegmental ventral. La misma se extiende hasta el núcleo accumbens. Esta última es una de las áreas de recompensa clave del cerebro.

De igual forma, esta misma región además de la recompensa, es capaz de regular ciertas emociones, según otras investigaciones de institutos nacionales de salud, en los Estados Unidos. Otros estudios que han utilizados imágenes neurológicas ya habían encontrado relación de similitudes entre los circuitos de recompensa que genera la música y estas mismas acciones generadas por la comida o el dinero. Sin embargo, la determinación de que uno cause al otro no está comprobada. A diferencia de la cocaína, el alcohol y la música pop ,que sí repercuten directamente en esta región cerebral.

El estudio con la música pop como protagonista

En primer lugar, como la música pop era la que iba a ser utilizada, le preguntaron a cada uno de los voluntarios que si este género era su favorito. Era necesario que fuera de su preferencia, para que se analizara una recompensa o estimulación real en el cerebro. En total fueron 17 participantes que llegaron al centro de estudio de forma voluntaria. Es decir, fueron seleccionados de forma aleatoria.

Mientras los participantes escuchaban música pop, un dispositivo medía la actividad cerebral a través de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI). Estas destruyen la actividad cerebral al detectar cambios asociados con el flujo sanguíneo.

Se llama recompensa cerebral a una acción que ejecutamos cuando la misma mente nos pide algo. Un claro ejemplo de esto es el hambre. Hay una señal que nos indica que el cuerpo necesita comida y vamos hacia la cocina.

Las adicciones se instalan y progresivamente se vuelven una recompensa para el cerebro. Entonces, esto fue lo que lograron señalar con los sonidos musicales. «La música consiste en una serie de sonidos que cuando se consideran por sí solos no tienen valor inherente, pero cuando se organizan juntos a través de patrones a lo largo del tiempo pueden actuar como una recompensa», finalizó Dr. Robert Zatorre, autor principal del estudio.

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