En los últimos años, en deportes como el rugby, el fútbol americano y el fútbol, se ha trabajado en cómo reducir las conmociones cerebrales. Las asociaciones, los clubes y la medicina deportiva se unen en la búsqueda de soluciones más factibles para este tipo de lesiones.
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Hay cifras que son escalofriantes. El Daily Mail señala que cada año unas 700 mil personas visitan los servicios de emergencia en el Reino Unido con conmociones cerebrales: la práctica del deporte es una de las razones.
El tema es que cada día es más difícil de determinarlas. Los síntomas de este tipo de lesiones, como los mareos, la pérdida de memoria y los problemas con el equilibrio, surgen días o semanas después del golpe.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Birmingham ha descubierto un grupo de señales o firmas químicas que ayudan a prevenir los efectos de una conmoción.
Y todo con un escupitajo.
Los científicos obtuvieron muestras de saliva de 1.028 jugadores de rugby profesional masculino, en las dos principales categorías del campeonato inglés. Las muestras se tomaron antes del comienzo de la temporada y durante las evaluaciones por golpes comunes en la cabeza.
Entre los lesionados se tomaron 156 muestras durante el partido y 36-48 horas después de finalizado.
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También obtuvieron 102 de jugadores no heridos y 66 de rugbiers con lesiones musculares o articulares.
Los resultados de las pruebas salivares para determinar conmociones cerebrales
¿Qué resultados hallaron? Los jugadores con conmociones cerebrales tenían 14 señales o firmas químicas distintas. Son los llamados ARN no codificantes en su saliva.
El ARN es el ácido ribonucleico, una molécula similar a la del ADN, pero con una cadena más sencilla. Un hilo de ARN tiene un eje constituido por un azúcar (ribosa) y grupos de fosfato de forma alterna. Junto con cada azúcar se encuentra una de las cuatro bases adenina, uracilo, cirosina o guanina, según explica el portal Genome.
Los científicos aún no explican la razón del origen de las 14 firmas químicas distintas. No obstante, sugieren que la saliva puede recibir señales celulares directamente de los nervios craneales en la boca y la garganta. Gracias a esto se pueden registrar rápidamente las conmociones cerebrales traumáticas.

“Las conmociones cerebrales pueden ser difíciles de diagnosticar y a menudo son minimizadas, especialmente cuando no es posible una evaluación estructurada por un médico experto a nivel de campo de juego”, señala la doctora Valentina Di Pietro, autora principal de la investigación publicada en el British Journal of Sports Medicine.
“Los pequeños ARN no codificantes pueden proporcionar una herramienta de diagnóstico que reduciría el riesgo de que no se diagnostique a tiempo este tipo de lesiones”, agrega.
Prohibido cabecear al balón
Varias ligas juveniles de fútbol prohibieron los cabezazos al balón para niños menores de 12 años. La reducción de las funciones del cerebro, conmociones y hasta Alzheimer se habrían originado por este tipo de jugadas.
Un estudio de la Universidad Liverpool Hope señaló que con solo cabecear 20 veces un balón pueden nacer conmociones cerebrales.
Los investigadores realizaron pruebas en 30 futbolistas aficionados de 18 a 21 años de edad. Se les realizó el test de King-Devick, que analiza los efectos que producen en el cerebro.

Cuando existe la sospecha de un traumatismo, el deportista realiza el test de dos minutos. En el test se revisan los movimientos oculares, el habla, el lenguaje y la concentración.
El objetivo es buscar signos de alteraciones resultado de las conmociones cerebrales.
En Inglaterra, el temor creció con los fallecimientos de campeones del Mundial de 1966: todos sufrieron deterioro mental al final de sus vidas. Nobby Stiles fue el más reciente, pero antes que él, resultaron víctimas Peter Bonetti, Martin Peters, Ray Wilson y Gerry Byrne. Mientras, a Sir Bobby Charlton se le diagnosticó demencia.