Ciencia

Ciencia: ¿por qué la inversión de los polos magnéticos puede significar el fin de nuestro mundo?

Al menos del mundo como lo conocemos (y lo sabemos porque ya pasó una vez)

El campo magnético de la Tierra no solamente sirve para orientarnos con una brújula, sino que es una de las características del planeta que contribuyen a que podamos existir aquí.

Una casa especial

Nuestro planeta sin duda es especial, y no es solo que los seres humanos tengamos una clara preferencia por nuestro hogar, sino que objetivamente es, hasta donde sabemos, el único planeta que alberga vida. Muchos tipos de ella.

La vida existe aquí por una suma de eventos favorables: que el Sol tenga el tamaño adecuado, que estemos a la distancia correcta de él para que pueda existir agua líquida, que se haya desarrollado una atmósfera con oxígeno. Y que la Tierra tenga un campo magnético.

Aunque el Sol sea uno de los responsables del florecimiento de la vida en la Tierra, también podría ser la causa de su final.

Porque no solo nos manda su luz y calor, sino también viento solar formado por partículas y radiación de alta energía, que son muy dañinas para la vida, e incluso para otras características del planeta, como la atmósfera.

Otra de las coincidencias afortunadas de este planeta en el que vivimos, es que su núcleo está formado por materiales magnéticos: hierro y níquel.

Planeta magnético de color azul verdoso

Resulta que la Tierra es como un imán gigante, con un polo norte y un polo sur, que más o menos coinciden con el norte y el sur geográfico, pero que además se pueden ir desplazando un poco cada cierto tiempo.

Esto es porque los metales que forman el núcleo están en estado líquido, lo que favorece un campo magnético dinámico.

Ese campo magnético se extiende alrededor del planeta, formando nuestra magnetosfera que es la que detiene los vientos solares: las auroras boreales son resultado de la interacción de las partículas cargadas del Sol con ella.

Las pequeñas variaciones en el campo magnético son normales, pero tampoco son raras las variaciones mayores, incluso puede suceder una inversión total de los polos magnéticos: que el norte se vuelva el sur y viceversa.

No se asuste

Un grupo de científicos concluyó que hace unos 42,000 años hubo un evento de inversión de los polos magnéticos, lo que quedó en evidencia en los anillos de un árbol antiquísimo de Nueva Zelanda.

Las inversiones de campo magnético dejan a la Tierra vulnerable por un tiempo a los rayos cósmicos de los vientos solares, que favorecen la formación isótopos radioactivos.

Ese árbol neozelandés que se estudió, tiene una gran cantidad de carbono-14, un isótopo radioactivo del carbono, que puede encontrarse en pequeñas cantidades en la materia orgánica, pero en este caso solo podría explicarse por un evento que hubiera dejado pasar una enorme cantidad rayos cósmicos.

Esto pudo haber causado que por un tiempo la atmósfera se debilitara: los vientos solares “barren” con las atmósferas, tal como suponemos que pasó en algún momento en Marte, cuando se quedó sin campo magnético.

Así que esto que el grupo de investigadores ha denominado “Evento geomagnético de transición Adams”, en honor al autor de ciencia ficción Douglas Adams, dejó a la Tierra sin capa de ozono al menos, causando desastres climáticos y extinción de especies.

Pero no se asuste, aunque eso podría pasar otra vez, tal vez falten miles de años para que suceda. O quién sabe, tal vez pase el jueves.

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