El pasado 10 de febrero científicos de la NASA y la ESA, lanzaron el Solar Orbiter hacia el espacio exterior. Como su nombre lo indica, este aparato es un satélite destinado a observar nuestra estrella masiva y estudiarla de cerca. Por lo tanto, en su largo camino es obligatorio que se cruce con dos cuerpos celestes de nuestro sistema solar. Uno de ellos es Venus, con quien se encontró el domingo. Y el otro será Mercurio, desde donde tendrá su «base de operaciones».
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El Solar Orbiter es una sonda espacial sin instrumentos ópticos. Es decir, que no podrá tomar fotografías de lo que está viendo en Venus. Sin embargo, si es capaz de registrar datos del entorno que está atravesando. Reseña el portal Engadget que es la primera vez que este satélite está cumpliendo una función aparte de simplemente volar hacia el Sol.
El Solar Orbiter «recopiló datos de magnetómetro, partículas, plasma y radio», escribió el portal citado. Estos datos entregarán información sobre como Venus se comporta con la llegada de los vientos solares. Este planeta al que llegó la mañana del domingo, es el segundo más cercano que tiene nuestra estrella masiva. En consecuencia, el calor no falta en este cuerpo celeste.
El resto del viaje del Solar Orbiter
El Solar Orbiter actualmente se encuentra a una distancia de más de 7.500 kilómetros de la superficie. Después seguirá su camino hacia el Sol, del cual estará tan cerca como el equivalente a 36 radios solares. Eso es sobre la órbita de Mercurio, pero suficiente para que estudie lo que los científicos pretenden descifrar del ‘astro rey’.