Ciencia

La impresionante forma de apareo del Rape de aguas profundas: el pez que casi se come al padre de Nemo

El pez Rape se fusiona uniendo los tejidos con la hembra y creando una mismo sistema de circulación sanguínea. Comparten espera y nutrientes.

Cada especie que habita sobre la faz de la Tierra tiene sus propias maneras para ejecutar el acto sexual. Este, en el caso de muchos animales, resulta ser con la única finalidad de la reproducción. No se conoce a ciencia cierta si el Rape de Aguas profundas siente placer en dicho acto. Lo que si se pudo confirmar es la impresionante sumisión que realiza el macho es esta especie. Pues se pega de tal manera hacia el cuerpo de la hembra que llegan a fusionar tejidos. Además de establecer el mismo sistema de circulación sanguínea.

No es el sexo convencional que la mayoría de las personas y que también se repite en una gran cantidad de especies en el mundo animal. Sin embargo su complejidad se convirtió en objeto de estudio para los científicos. Estos pudieron señalar que no no consiste en la unión de dos miembros reproductores en los géneros. Van más allá, como lo reseña Daily Mail: «llevan la intimidad sexual a otro nivel».

El Rape macho es mucho más pequeño que la hembra, a la que describen como relativamente gigantesca. Entonces al pegarse logra unir sus tejidos y los dos animales, en perfecta unión, tienen el mismo sistema de circulación en la sangre. A este proceso le llaman «parasitismo sexual», en el que el macho suministra el esperma. Mientras está recibiendo los nutrientes a la hembra. Más que una unión sexual, es una unión anatómica.

Fortalece el sistema inmune de los Rape

«Estos hallazgos insinuaron la posibilidad de que el sistema inmune de los peces rape era muy inusual entre las decenas de miles de especies de vertebrados», dijo Jeremy Swann , autor del estudio en el Instituto Max Planck de Inmunobiología y Epigenética (MPI-IE) en Friburgo, Alemania.

«Suponemos que las fuerzas evolutivas aún desconocidas impulsan primero los cambios en el sistema inmune. Y luego se explotan para la evolución del parasitismo sexual, menciona Thomas Boehm, coautor de la investigación.

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