Videojuegos

Bronce, no oro: Review de Mario & Sonic at the Olympic Games Tokyo 2020 [FW Labs]

El problema del Olympic Games Tokyo 2020 de Mario & Sonic es su potencial desaprovechado, porque se nota talento y ganas de hacer otra cosa.

Después de terminar y haber jugado Mario & Sonic at the Olympic Games Tokyo 2020 tenemos algo que contarles: hay algo especial sobre este juego, pero pareciera no poder salir.

Primero lo primero. ¿De qué se trata? En esencia, e igual que juegos pasados que se remontan incluso a la época de la NES con Track & Field, es un conjunto de minijuegos, en donde se intenta replicar de manera lúdica cierta cantidad de disciplinas de los Juegos Olímpicos.

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Desde tiempos inmemoriales que estas entregas se juegan mejor acompañado, pero este año pareciera que el foco en el público infantil es mucho más marcado. Ninguno de los juegos tiene suficiente profundidad como para generar un desafío más allá de mover maniáticamente el Joy-Con y esperar lo mejor, por lo que siempre es mejor elegir usar los botones, aunque no sea tan «lúdico». Ninguno es muy difícil, y otros como el volley se sienten derechamente mal.

A sabiendas de que la jugabilidad en juegos anteriores similares estaba relativamente bien, no había mucho que cambiar, por lo que tampoco tenía expectativas muy altas al respecto. Es lo que es y de seguro será mejor en un contexto social.

Ahora, el apartado gráfico es impecable, con una atención al detalle donde se nota que hay talento y ganas de hacer muchas cosas bien. En el modo historia -del cual ya hablaremos-, sin ánimo de dar spoilers del porqué, aunque es bastante básico, viajas a las primeras Olimpiadas de Tokyo en los 60 y las gráficas son como las de los 80, de NES, y se ve muy cool. La jugabilidad aquí es diferente, más cercana a cuando estos juegos eran muy populares y sí, es muy entretenido, lo que me hace desear que todo el juego sea así, «a la antigua».

Pero no, gran parte de los minijuegos son en gráficas nuevas. Los mejores, extrañamente, tienen poco que ver con los Juegos Olímpicos y tratan de actividades en lugares icónicos de Japón, como uno de encontrar cosas, con el tiempo en contra, en el cruce de Shibuya. Otros, como una carrera tipo Mario Kart / primer nivel de Sonic Adventure de Dreamcast, son muy entretenidos y bien logrados. Se ve que a este equipo, si les dieran rienda suelta, lograrían cosas mucho mejores.

Ahora, el modo historia se basa en una premisa demasiado simple, lo cual no ha sido problema en los juegos de Nintendo, pero cuando te enfrentas a cajas y cajas de texto, con escritura del tipo, por dar un ejemplo:

– «Deberíamos ir a la izquierda»

– «¿Vas a la izquierda, amigo?»

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– «Sí, iré a la izquierda»

– *Personaje va a la izquierda*

– «Veo que fuiste a la izquierda, tal como dijiste»

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Es cansador, tedioso y te da la sensación de estar apretando el botón y leyendo a la rápida unos 5 minutos para jugar 1 minuto. De aquí salvan los mapas y algunas representaciones de lugares famosos de Tokio, pero lo demás es digno de los Teletubbies, y hey, quizás esa es la edad objetivo del modo historia.

Ahora, todo lo malo que pueda decir sobre este título, que ojo, no me molesta para nada y entiendo sus propósitos, se diluyen al estar jugando con dos sobrinos y ver que sí les divierten algunos juegos, varios de hecho, en particular los colectivos como el fútbol y el rugby, que en su simpleza logran cosas muy buenas. Ahí está el atractivo de esta entrega, aunque ellos tienen 10 años y al rato igual estaban pidiendo Fortnite.

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