Ciencia

Hablar más rápido o más lento tiene que ver con la complejidad del idioma

Científicos de cuatro universidades analizaron 17 idiomas y demostraron la eficiencia de la comunicación humana como un hecho cultural y biológico.

Una investigación, publicada en la revista Science Advances, nos explica la relación entre la velocidad y la complejidad presente en cada idioma del planeta. Después de grabar a 170 personas, en 17 diferentes idiomas, comprobaron que, a pesar de las diferencias en su contenido y estructura, el hablante se adapta para cumplir su objetivo.

¿Cómo lo logra? Según Christophe Coupé, Yoon Mi Oh, Dan Dediu y François Pellegrino, si el idioma es sencillo la persona habla más rápido; si, por el contrario, es muy complejo el emisor estructura su discurso y lo hace de forma más lenta. En todos los casos estudiados, se cumplía el proceso comunicacional de forma exitosa.

“Estos hallazgos resaltan los lazos de retroalimentación íntima entre las propiedades estructurales de los idiomas y la neurocognición y biología de sus hablantes bajo presiones comunicativas”, destaca el estudio realizado por los expertos de las universidades de Lyon (Francia), de Hong Kong, de Canterbury, (Nueva Zelanda) y de Ajou (Corea del Sur).

Aseguran que “el lenguaje es el producto de un proceso de construcción de nicho comunicativo multiescala en la intersección de la biología, el medio ambiente y la cultura”.

Idioma: información vs. Eficiencia

La investigación utilizó una muestra de 17 idiomas de 9 familias lingüísticas repartidas por Europa y Asia. No solo se mostró la diversidad en términos de características lingüísticas y tipológicas, sino también en fonética y fonología, morfología y sintaxis, semántica y pragmática.

Por ello se centraron en la fonética y fonología, que arrojó diferencias extremas:

  1. El número de fonemas en japonés y español son 25; mientras que el inglés y el tailandés llegan a 40.
  2. El número de sílabas del japonés se cuenta por cientos, mientras que en el inglés son casi 7.000.

Sin embargo, los resultados demostraron que existe un rango óptimo de velocidades que el cerebro puede procesar de forma eficiente y el hablante de adapta a él. El autor principal del estudio, doctor Christophe Coupé, compara este fenómeno con las alas de un pájaro.

Puedes tener alas grandes que necesitan pocos batidos por segundo o tienes que aletear las pequeñas que tienes, pero el resultado es prácticamente el mismo en términos de vuelo”.

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