Este lunes 7 de octubre, el doctor estadounidense Gregg Semenza y sus colegas William Kaelin (EE.UU) y Peter Ratcliffe (Reino Unido), ganaron el premio Nobel de Medicina 2019 gracias a su investigación que descubrió cómo las células sienten y adaptan el oxígeno para poder sobrevivir en nuestro cuerpo y así entender mejor el comportamiento de ciertas enfermedades como el cáncer o infartos al corazón.
PUBLICIDAD
Y una de las personas que conoce de cerca al Dr. Semenza es el chileno Sergio Rey-Keim, profesor Asistente en University College Dublin School of Medicine de Dublin, Irlanda.
Desde la ciudad canadiense de Toronto, el Dr. Rey habló con Fayerwayer y explicó su particular relación con Gregg Semenza y cómo colaboró en la elaboración de estudios que le dieron el Nobel.
Contribuyendo al Nobel
FW: ¿Nos puedes explicar en qué consiste el descubrimiento que se ganó el Nobel este lunes? ¿Qué implicancias tiene para la medicina y el tratamiento en pacientes?
SR: Como para cualquier persona que trata de aguantarse la respiración por unos segundos, el oxígeno es fundamental para la vida humana y de todos los animales complejos en nuestro planeta. El Dr. Gregg L. Semenza, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Estados Unidos, en paralelo con el Dr. William Kaelin, de Harvard y Sir Peter J. Ratcliffe, de Oxford, Reino Unido descubrieron como una proteína llamada HIF-1 es capaz de actuar como una especie de ‘llave de paso’ que controla el uso del gas (en este caso el oxígeno), para regular la energía en las células que componen nuestro organismo.
El descubrimiento de HIF-1 ha contribuido a entender como las células responden a la falta de oxígeno para sobrevivir. Importantemente, la falta de oxígeno es fundamental en casi todas las enfermedades humanas, desde el Alzheimer, hasta los infartos al corazón, diabetes, quemaduras en la piel y el Cáncer, entre otras. Además, la ‘llave de paso’ que HIF-1 controla es importante en el funcionamiento normal del organismo, desde el momento en que nos encontramos en el útero materno hasta el final de la vida. Es por esto que las implicaciones en Medicina y Biología en general son numerosísimas.
En mi opinión, esta es la razón por la que el Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia otorgo el Premio Nobel en Medicina y Fisiología 2019 al Dr. Gregg L. Semenza, con quien he trabajado por años y sus colegas Ratcliffe y Kaelin. Parafraseando al Dr. Peter Agre, otro premio Nobel, este reconocimiento al Dr. Semenza fue ‘natural’.
PUBLICIDAD

FW: ¿Cuál es tu relación con Gregg Semenza? ¿Cómo lo conociste y llegaste a trabajar con él?
SR: Conozco al Dr. Semenza desde 2007, cuando me aceptó como investigador postdoctoral, después de terminar mis estudios de Medicina y subsiguiente Doctorado en Ciencias Médicas en la UC. Desde mi época como estudiante de Medicina me interesé en estudiar la importancia del oxígeno como un factor común en la mayoría de las enfermedades humanas. Durante mi tesis doctoral, que se enfocó en el efecto del oxígeno en el control de la hipertensión arterial junto al Dr. Rodrigo Iturriaga en el Departamento de Fisiología de la UC, me di cuenta de la importancia del trabajo del Dr. Semenza.
De acuerdo a lo que el Dr. Semenza me conto tiempo después de mi integración al laboratorio, fui aceptado debido a mi testarudez, dado que entrar a un laboratorio como el suyo es extremadamente competitivo, y ya en esa época el recibía cientos de solicitudes para trabajar allí. Aparentemente yo fui el más porfiado en esa época, porque después insistir e insistir, me dijo en inglés: “I give up, Chile wins…” (me rindo, Chile gana), mientras hacia el gesto como si estuviera ondeando una bandera blanca. Viaje a Baltimore, Maryland a la Universidad Johns Hopkins en abril de 2007 y trabajé con el hasta el final de 2011; posteriormente fui aceptado en el laboratorio del Dr. Bert Vogelstein, quien es uno de los investigadores en Cáncer más importantes del mundo y otro serio contendor al Premio Nobel en Medicina o Fisiología. Mas tarde, en 2013 me trasladé a Toronto, Canadá para hacer investigaciones sobre el rol del oxígeno en cáncer, de manera más independiente.
Los trabajos junto a Semenza
FW: Entiendo que escribiste varios papers con Semenza, ¿nos puedes contar en qué consistieron esos trabajos?
SR: Claro, hemos escrito 12 trabajos a la fecha; de hecho, todavía seguimos en contacto y colaborando activamente. Nos enfocamos en entender como esta ‘llave de paso’ llamada HIF-1, que controla el consumo de oxígeno podría abrirse para mejorar el oxígeno en los músculos sujetos a obstrucción del flujo sanguíneo, como ocurre en diabéticos o personas con quemaduras de la piel. Por el contrario, en el caso del Cáncer, necesitaríamos cerrar la llave, de modo de asfixiar a las células malignas, tratando de afectar al mínimo los tejidos normales.
Para lograr estos objetivos, utilizamos técnicas genéticas y farmacológicas, como por ejemplo, creando virus diseñados en el laboratorio, que son inocuos y tienen la capacidad de controlar esta ‘llave de paso’. Estas estrategias, a largo plazo, permitirán aumentar o disminuir la cantidad de oxígeno en los tejidos, lo que tiene repercusiones en prácticamente todas las enfermedades humanas y en procesos normales, como el funcionamiento de los riñones, el corazón, la medula ósea, y el desarrollo de un ser humano durante el embarazo. De esta manera, es evidente que en algunas situaciones se necesita bajar el oxígeno, y en otras aumentarlo.
Al menos dos ensayos clínicos están actualmente en curso, que podrían resultar en terapias, si los resultados son favorables. Este trabajo, en conjunto con la labor de investigadores postdoctorales, técnicos y estudiantes de pre- y postgrado han permitido apoyar la brillante labor del Dr. Semenza, lo que ha culminado con este fantástico logro, el Nobel de Medicina o Fisiología. Es un verdadero honor y privilegio haber podido contribuir con mis modestos esfuerzos a esta monumental labor.
«Chile no es competitivo»
FW: ¿En qué condiciones se encuentra Chile y sus investigaciones médicas de lo conseguido por Semenza y su equipo?
SR: Estoy consciente que esta respuesta no será del agrado para algunos lectores, porque como dicen, “la verdad duele”. En mi opinión, Chile no está en condiciones de competir con Norteamérica o Europa en este tipo de investigación, sea fundamental o aplicada. Esto ocurre no porque haya falta de científicos excepcionalmente talentosos en Chile. La formación científica, talento y creatividad de los científicos chilenos, a los que tanto debo en mi formación y extraño muchísimo basta y sobra. El problema, como estoy seguro que muchos saben, es la falta de financiamiento por parte del gobierno y la industria, poniendo a Chile muy por debajo del nivel requerido, y casi en el último lugar en el ranking de los países avanzados de la OCDE. Es importante entender que los Estados Unidos, Canadá y los países europeos han alcanzado estos niveles de desarrollo no por tener más recursos o ser más ‘inteligentes’, sino porque siempre se ha entendido que no basta con importar tecnologías e invertir en ‘aplicaciones’, sino que es necesario apoyar sin restricciones a la investigación básica.
Una de las cosas que he aprendido con el Dr. Semenza, y que es un eco constante al escuchar a los premios Nobel, es que la investigación no genera aplicaciones de la misma manera en que uno pudiera construir una casa, un puente u otra tarea de ingenieria. Estudiar la naturaleza del Cáncer, por ejemplo, es esencial para entender la enfermedad. Esto es, una vez que entendemos como algo se ‘rompe’, lo podemos arreglar. Esa es la importancia de financiar no solo a la ciencia aplicada, sino que con igual intensidad apoyar a los llamados ‘científicos básicos’. Cuando entendamos esto y hagamos políticas de Estado que apoyen a todos los científicos que tengan buenas ideas y calificaciones, nos desarrollaremos científicamente y económicamente como país y, sin duda, tendremos científicos que acompañaran la universalidad de Gabriela Mistral y Pablo Neruda.
He leído docenas de artículos escritos por eminentes científicos chilenos, cuyas palabras parecen caer en oídos sordos. Es una verdadera lástima, porque esto fuerza a muchos investigadores chilenos a quedarse en el extranjero, sin posibilidades de volver a Chile y establecer un programa de investigación competitivo.
FW: ¿Para finalizar, alguna anécdota o sensaciones personales de tu trabajo con Semenza?
Aparte del episodio de ‘ondear la bandera blanca’, creo que el evento más importante que el “Creador” puso en frente mío es haber conocido a mi señora, Luana. Ella es una brillantísima Oncobióloga Molecular Italiano-Canadiense, que también ha trabajado codo a codo con el Dr. Semenza. Ella me ha acompañado y apoyado no solamente en mi vida personal, sino que ha sido un pilar fundamental en nuestro esfuerzo común de entender el rol del oxígeno en el Cáncer. Este evento sin duda empequeñece cualquier otro logro científico que pudiera mencionarte.