Después de lo que fue la debacle del Galaxy Note 7, Samsung tenía mucho que demostrar y la única oportunidad que le quedaba a la compañía coreana era dar un fuerte golpe a la mesa. Ese golpe seguro son dos teléfonos que pudimos conocer en vivo y en directo: el Galaxy S8 y S8+, que estarán disponibles desde el 21 de abril.
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Ambos teléfonos difieren en el tamaño de la pantalla: 5,8 pulgadas en el S8 y 6,2 pulgadas en su contraparte Plus. Por supuesto, para Samsung la pantalla es un punto muy importante, ya que la compañía continuó la línea de diseño sin bordes laterales que conocimos en el S7 Edge, pero eliminó casi por completo los bordes superior e inferior con un botón Home invisible y el paso del lector de huellas al posterior del equipo.
De todas maneras, como primera impresión es un teléfono que se siente muy bien en la mano a pesar de su tamaño, de materiales muy gama alta y un diseño que combina la historia de la serie S con lo que viene a futuro.
Con respecto al rendimiento, tanto la versión con Snapdragon 835 para el mercado estadounidense como la versión Exynos 8895 de 10 nanómetros que llegará a Latinoamérica se ven veloces, incluso en Grace UI, la excelente capa de personalización de Samsung basada en Android Nougat.
Por su parte, las cámaras son un reflejo del viejo adagio que reza que no hay que arreglar lo que no está roto. Doce y ocho megapixeles y la misma tecnología Dual Pixel que vimos en el S7 y S7 Edge.
En resumen, si sumamos sus otros puntos de venta, como la resistencia al agua IP68 y la aparición de un asistente como Bixby a la excelente gama de accesorios que complementan la experiencia, el Galaxy S8 promete ser uno de los teléfonos de gama alta que -sin lugar a dudas- desearás tener este 2017.