La leche y la tecnología tienen una relación de contrastes. Por un lado se desarrollan dispositivos inteligentes para favorecer su mejor consumo, pero por otro también se crean innovaciones populares, como las luces LED, que en realidad terminan fastidiando las propiedades y buen sabor de esta sustancia.
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Un nuevo estudio, desarrollado por investigadores de la Universidad de Cornell, ha descubierto evidencia en donde todo apunta a que las botellas de leche expuestas a la luz LED, encontradas comúnmente en cualquier supermercado o tienda de conveniencia, sufren un serio deterioro en su calidad, sabor y frescura, en comparación con aquellos recipientes que se conservan alejados de la exposición directa a esta iluminación.
Pero lo más alarmante, según los resultados de sus experimentos, es que en realidad los consumidores prefieren la leche exhibida bajo la luz LED sobre aquella refrigerada sin iluminación que vuelva al envase un objeto llamativo y vistoso. Pero en el fondo esta preferencia se trataría de un asunto de impresión visual.
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El punto de decepción, y cambio de opinión, viene cuando llega el momento de probar muestras de ambas bebidas, ya que los sujetos participantes en el estudio afirmaron que la leche bajo luz LED sabía a plástico o próxima a caducar, mientras la otra era deliciosa y fresca.
Los resultados de este proyecto, programados a publicarse en el Journal of Dairy Science, señalan que la leche contiene algunos componentes fotosensibles como la Riboflavina, que al ser expuestos a la luz generan una reacción en cadena de electrones que alteran su sabor.
La luz LED por sus propiedades y flujo de energía tiene la cualidad de alterar negativamente el sabor de la bebida en menos de cuatro horas, mientras que la leche almacenada por dos semanas sin esa iluminación se mantiene más fresca y con mejor sabor .
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