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De la basura al juguete: Las obras y trabajos de Rick Stark

Ricardo Moreno es un maquetista en el que revive sus sagas favoritas con impresionantes figuras hechas con desechos.

La infancia. Época de lindos recuerdos para muchos en los que la mayoría de las aventuras sucedieron en espacios reducidos, en el que los grandes protagonistas no eran siempre los amigos de carne y huego, sino que más bien aquellos personajes sin vida que representaban a nuestras sagas favoritas. Figuras de acción que se desenvolvían en un ambiente al son de nuestra imaginación. Quizás hoy, la posibilidad de tenerlos es más fácil, pero hasta hace algún tiempo, contar con algún juguete de una franquicia no era un tema accesible, más en regiones como los países latinoamericanos, en donde los precios espantaban a nuestros padres.

Sin embargo, para personas como Ricardo Moreno Delgado, las restricciones económicas quizás fueron el puntapié inicial o el caldo de cultivo para una pasión que se terminó transformando en un trabajo. Una piedra angular en una vida en la que además de poder dar rienda suelta a su fascinación por sus series favoritas, también fue vinculando otras materias, haciéndolo una experiencia en distintas dimensiones que hoy hacen de sus obras ser dignas de admiración.

Rick Stark (como se hace llamar) es un reconocido maquetista en la escena chilena, gracias a sus construcciones representativas de clásicas sagas que nada tienen que envidiar a las grandes compañías de juguetes, pero que también rescata el respeto al medio ambiente y la educación.  Parte de sus trabajos adornan su taller ubicado en el Santiago Makerspace, en donde además de no poner restricciones a su creatividad, también imparte clases en los talleres que realiza a niños que pueden explotar sus capacidades fuera de un sistema educativo rígido y poco versátil con las nuevas tecnologías.

Sin embargo, a diferencia de otros casos comunes, Moreno utiliza materiales que no tienen grandes costos, que pueden ser encontrados en cualquier lugar y que para muchos son simple desechos. En estricto rigor, trabaja con basura. Así de sencillo. Un elemento que podría hacer a más de alguno dudar y hasta reír en cuanto a la seriedad de su trabajo, pero que a la hora de presenciarlos nos damos cuenta de la capacidad de aquellos artistas que no están necesariamente en los medios como la televisión o las revistas.

Sus inicios se remontan a su niñez, cuando se dirigía a las tiendas donde vendían juguetes y se ponía a dibujar las figuras. “Después me ponía a imaginar con qué materiales los podía hacer, y lo único que había eran materiales como cajitas de remedio, conos de papel higiénico, tapitas de bebidas…Basura muy básica”, según cuenta. Con ellos, fue perfeccionando técnicas y comenzó a aplicar otros elementos, como por ejemplo cabezas de prestobarba o piezas que daban mayores detalles.

“Allí se fue desarrollando de forma autodidacta una técnica de construcción de objetos”, relata, mientras en su taller hay una estantería en donde están apiladas varias figuras, como algunos Transformers particulares (que no representan a ningún personaje de la franquicia) o cascos de héroes como War Machine.

Tras esto, ingresó a estudiar Arquitectura y Diseño en el Duoc, etapa en la que pudo incorporar otras habilidades como diseño y adoptar el concepto de la tridimensionalidad de los objetos. “Comencé a estudiar planos, escalar, sacar proporciones reales. Todo esto me da una visión distinta y también logro sumar colores, formas, armonía y todo lo que tenga que ver con esas áreas”, comentó.

En esos tiempos, sus trabajos no contaban con la facilidad que hoy se logra gracias a Internet. “Originalmente, todo partía con una fotografía, había que desarrollar desde objetos planos a uno tridimensional. Eso me permitió que ahora puedo construir un casco a tamaño real con solo ver fotos, porque aún no está disponible en la red”, cuenta mientras en la mesa están ordenados las 3 fases de un casco de Boba Fett. El primero, conformado por un casco de ciclista, cubierto con una capa de fibra de vidrio y masilla mágica; el segundo con trazos de plástico y un protector para soldadura; el tercero ya es la obra completa que nada tiene que envidiar al que utilizaba Jeremy Bulloch.

Luego de tener estos aprendizajes, Stark siente que la habilidad de conjugar el cálculo matemático con lo visual, la intuición y otras capacidades adquiridas, debe ser compartida con otros, por lo que se propone a hacer clases. En un comienzo, a niños de escasos recursos con los que trabaja en materiales que pueden tener más de un uso. Aquello fue un empujón para terminar siendo profesor de educación general básica. Una experiencia que fue de dulce y de agraz, debido a que generó una enseñanza interactiva con los pequeños, pero recibió la crítica de sus pares.

Para muestra de cómo eran sus clases, relata que mientras enseñaba matemáticas la idea “era construir algo. Era más significativo e interactivo y los niños se llevaban una experiencia más enriquecedora en el trabajo”. No solo en esa asignatura ocurría esto, en lenguaje “creábamos una historia en torno al personaje que habíamos construido con basura”. Así era en varios ramos, en donde la educación se transformaba en algo transversal y que conjugaba a diferentes disciplinas.

Sin embargo, con el tiempo fue dejando esta opción a tal punto que desde hace 7 años que no enseña en escuelas. Según él, el problema no fueron los alumnos ni los apoderados, sino que los propios colegas, quienes lo cuestionaban por sus metodologías. “Les decía que si querían les enseñaba, pero no aceptaban. También les recordaba que debían salir del ‘trono de rey’, porque no lo eran, ya que al final somos servidores de los alumnos”, rememora, aunque todo aquello sirvió para ser el artista que es en la actualidad.

Más allá de esos impasses en el mundo académico, Stark prosiguió profesionalizando su habilidad. Aprovechó las redes sociales para comenzar a vender cascos y accesorios a Cosplayers que quedan encantados con sus obras. Clientes que en un comienzo rechazan sus precios, pero que terminan con el tiempo pidiéndole de todas formas sus servicios. “Yo les digo que busquen los planos, que están en Internet. Incluso les digo que les puedo enseñar…Pero al final vuelven a buscarme para que se los haga yo”, cuenta.

Contrario a lo que podría pensarse, las figuras que desarrolla no lo han involucrado en problemas con las grandes compañías, como Disney o Marvel. De hecho, relata que maneja contactos con ellos, a tal punto de que ha sido invitado a pre-estrenos como ocurrió con El Despertar de la Fuerza, e incluso lo apoyan con campañas y exposiciones que viene realizando desde 1991 sobre ciencia ficción, en lugares como el Centro Cultural de La Moneda o la Casa Colorada en Santiago.

“Como son objetos que no se desarrollan en gran cantidad, a gran escala o en serie, sino más bien escultóricos y personalizados, no interfiere en las licencias. Además, es un trabajo artesanal, hecho por 1 persona y no es un modelo 100% fidedigno, sino que es una versión. Empresas como Disney promueven que uno realice estas cosas porque así más gente las ve y es una especie de publicidad gratuita”, detalla, añadiendo que se da una retroalimentación entre ambos actores, en el que en definitiva sus trabajos son una puerta para potenciales clientes tanto para él como para las grandes marcas.

Mientras aclara el tema de las licencias, Stark muestra un AT-TE Walker cuyo proceso de elaboración tiene una demora de poco más de 20 días. Algo impensado para alguien que al momento de ver a esta máquina a escala piensa en un proceso que le haría perder varias semanas e incluso meses.

“Viene un proceso de juntar material de todo lo que uno va encontrando. Simplemente juntas. Después viene la idea de tener un concepto en mente. Luego la investigación, en donde buscas información sobre cómo será la figura que armarás. Es un proceso largo, pero luego la construcción es relativamente rápida, ya que cuentas con una cantidad de elementos muy grande de los cuales haces una preselección y selección final, en el que se ocupa el 50% de lo que encontraste entre basura. A más tardar demoras un mes“, indica.

Todo este proceso se le denomina bajo el concepto norteamericano de scratch building, en el que se arma una figura de acuerdo a la recolección de piezas, aunque en el caso de Stark va más allá por indagar derechamente en la basura, la que consigue de fuentes distintas. “Por ejemplo, voy a tiendas o Malls, donde veo promociones de temporada que van acabando. Solicito los carteles, les muestro mis trabajos, todos enganchan y luego los corto para trabajar. Ellos quedan felices porque les retiro su material y yo lo obtengo gratis“, explica.

Por último, independiente de lo que uno pudiera pensar, la pasión es el principal motor por lo visto para Moreno a la hora de realizar su trabajo. Si bien no cuenta con un horario fijo al momento de trabajar, sí puede estar en su taller más de 12 horas o incluso pasar 3 noches seguidas para elaborar un proyecto. “Es un hobby laboral en el que hay pocas negativas. Se generan muchas redes, una actividad social, porque es algo que debes mostrar. Si digo que armo figuras de basura, se extrañan. Pero cuando muestro, ahí logran de verdad entender el concepto”, reflexiona.

Un trabajo lleno de detalles, de recordar los orígenes y que podría tener otros alcances en un futuro próximo, según cuenta Stark, ya que de momento está en colaboración con el ministerio del Medio Ambiente para poder generar un proyecto educativo que sea llevado a los colegios, para volver a llevar el tema de la construcción de juguetes con desechos. Una obra magnífica, que no vale solo con contarlo, sino que también observarlo. Ver que el detalle exquisito no siempre se encuentra en el arte tradicional, sino que también en aquellos objetos que consideramos “cosas para niños”.

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