PlayStation 4

Mis cuatro días con Destiny [NB Opinión]

Historias de un juego roto que no puedo soltar.

Odio y amo Destiny. Llegué a esta ambivalente conclusión después de haberle dedicado más de 100 horas a este videojuego de disparos con toques de MMO.

Lo odio porque esa sensación de jugar un videojuego que está roto nunca se va. Al terminar la reseña con más de un día de juego terminé un tanto frustrado y decepcionado por todos los aspectos que no tienen sentido —como el sistema de loot— pero todavía no había probado la Cámara de Cristal, el famoso primer raid de Destiny en donde seis jugadores —lo más recomendable— deben de superar una serie de retos para combatir al poderoso Atheon, un jefe brutal.

Fue así que me decidí a subir desde nivel 20 a nivel 26 —el nivel mínimo adecuado para completar la Cámara de Cristal—. Cabe recordar que para subir de nivel en Destiny después de nivel 20 tienes que tener armadura con puntos de luz.  Para esto decidí seguir uno de los caminos más largos pero seguros: Comprar las piezas de armadura con alguna facción al completar recompensas de vanguardia (PVE) y de multijugador competitivo (PVP).

Fue así que después de otras 24 horas por fin tuve nivel 26. Solo tenía que encontrar otros 5 amigos para poder entrar a la Cámara de Cristal.

Atheon se cae

Un colega que sigo en Twitter me invitó a participar junto con sus amigos una vez que llegué a nivel 26. Lo más interesante es que de los 5 que estábamos comenzando el raid nadie lo había probado. Si bien ya habíamos visto videos de cómo enfrentar a los enemigos en cada etapa lo más difícil fue ponernos de acuerdo con cada tarea y realizarlo de manera correcta.

Para no alargar más esta historia les puedo decir que en las dos jornadas que estuvimos en la Cámara de Cristal llegamos a las 10 horas de juego.

De todo ese tiempo lo que más disfruté fueron dos momentos.

Cuando un amigo de los que estábamos jugando en el raid,se unió a nuestra partida y empezó a guiarnos por un para de etapas en las que se nos complicó la travesía. Fue como encontrarse a Obi-Wan Kenobi en medio de la nada. Todos lo llamamos después “El Sabio de la Cámara de Cristal”.

El segundo momento fue cuando estábamos hartos de sucumbir contra Atheon y un colega comentó que había visto en internet una manera sencilla de eliminarlo. Dos hechiceros debían dejarse seguir por Atheon para llevarlo hacia una orilla y aventarle granadas para tirarlo de la plataforma.

“A ver qué sale”, dijimos todos cuando dos de nuestros amigos intentaron realizar esta maniobra. Después de un par de ocasiones, Atheon por fin se esfumó de la plataforma donde se encontraba para darle paso al final del nivel. Puros gritos de alegría se escucharon en los audífonos de todos los que terminamos esta raid.

Jugar juegos rotos

De las cuatro veces que he entrado a la Cámara de Cristal con mis colegas, solamente en dos ocasiones me han dado armadura exótica, equipamiento con el que subes a nivel 30. Otro de mis amigos realizó la raid completa una docena de veces tanto en dificultad normal como en hard y nunca le han dado una sola pieza de armadura exótica.

Es aquí donde se prueba que muy pocas veces se recompensa el buen desempeño de los jugadores para darle paso a lo aleatorio, algo que destaqué en la misma reseña de Destiny. Eso nos habla de grietas importantes en el diseño del juego.

A pesar de esto he seguido jugando Destiny y probablemente continúe con esto hasta terminar con las expansiones.

“¿Por qué demonios jugar un juego roto?” es la pregunta que seguramente estás haciendo. Podría desarrollar el concepto conocido como “saudade” pero mejor describo de una manera más personal el porqué de esta decisión.

Subir de nivel en Destiny involucra una especie de esperanza ciega mezclada con reto y compasión mutua entre los amigos con los que juego. Es sufrir compartidamente.

“El Criptarca de mierda me dio armadura exótica que no es de mi clase”, “Maldito Bungie ya parchó la Cámara de Cristal y la dejó peor”, “Bungie debería aprenderle algo a Blizzard sobre el sistema de loot”, son frases que logran unir más al grupo.

En mi caso muy personal, las fallas de diseño de Destiny se han convertido en el elemento social más destacado de todo el juego.

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