Farmacológicamente similar al LSD, la psilocibina ha sido usada como droga en varias culturas durante siglos; presente en decenas de especies de hongos, fue sintetizada en los años 60. Desde entonces, se ha experimentado mucho con ella en busca de posibles efectos aplicables en medicina, pero las prohibiciones con el argumento de proteger la salud pública han impedido que se produzcan grandes avances.
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Se sabe que la psilocibina se une a un receptor de serotonina en el cerebro y, el pasado mes de julio, un estudio halló que la psilocibina induce al cerebro a un estado parecido al de los sueños. Sin embargo, la manera exacta de cómo los hongos alucinógenos transforman los patrones de comunicación del cerebro aún es desconocida.
Esto es, precisamente, lo que el matemático italiano Giovanni Petri y su equipo, de la Fundación ISI, en Italia, han intentado averiguar analizado los efectos de la psilocibina en las redes de conexiones en el cerebro. Mediante resonancia magnética funcional, han medido la actividad cerebral de 15 adultos voluntarios a los que se inyectó psilocibina y han comparado su patrón de conexiones con los escáneres de quienes sólo habían recibido un placebo. Con los resultados, publicados recientemente en la revista Proceedings of the Royal Society Interface, construyeron el mapa que puedes ver a continuación:
Patrones de actividad sin (a) y con (b) psilocibina. © Petri et al. / Proceedings of the Royal Society Interface
A la izquierda aparece el mapa de conexiones de una persona en estado “normal” y a la derecha el de una persona que ha consumido psilocibina. Cada uno de los colores representa regiones cerebrales y los trazos son las relaciones cruzadas entre unas áreas y otras.
La psilocibina transformó de forma dramática la organización cerebral de los voluntarios. Bajo los efectos de la droga, regiones del cerebro que normalmente están incomunicadas “trabajaban” de forma conjunta y sincronizada. Esto sugiere que la sustancia estimulaba conexiones de largo alcance que el cerebro normalmente no hace. Cuando el efecto de la droga desapareció, la actividad cerebral regresó a la normalidad.
¿Y esto para qué?
La mayor actividad de la red neuronal que se da en el estado psicodélico no es exclusiva del consumo de sustancias como la psilocibina, el peyote o el LSD. En los casos de epilepsia que cursan con aura, donde también se produce una alteración y un aumento de la percepción sensorial, el patrón de actividad cerebral es similar. Y en fenómenos como la sinestesia, en el que los sentidos parecen mezclarse unos con otros, este tipo de viajes psicodélicos también son habituales. Así pues, perturbar el grado de consciencia de una persona y buscar los factores diferenciadores de estos estados mentales de excitación podría ayudar a comprender y tratar estos trastornos neurológicos y otros, como la depresión y la ansiedad.