Ciencia

¿Qué tan lejos estamos de hallar una cura para el ébola?

Con la cifra de muertos aumentando y la enfermedad expandiéndose por el planeta, encontrar un tratamiento para el ébola se ha convertido en una prioridad.

Ante la actual epidemia de ébola, muchas personas se preguntan por qué no tenemos ya una cura para la enfermedad y cuánto nos falta para conseguirla.

El ébola no es ningún desconocido para los virólogos. Los científicos conocen muy bien cómo es el virus y cómo ataca desde hace décadas pero obtener un fármaco que lo combata es un proceso muy complejo.

Desde que el virus del ébola fue identificado por primera vez en 1976, no había matado a más de 431 personas en un mismo brote. Según los últimos datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU, a fecha 15 de octubre, la actual epidemia se ha cobrado ya 4.493 vidas sólo en el África Occidental.

Hasta ahora, los brotes que han ido surgiendo se han contenido aplicando medidas estrictas de higiene: aislamiento de los pacientes sospechosos, empleo de trajes de protección por el personal sanitario que los atiende y limpieza exhaustiva y eliminación de los residuos clínicos generados.

A las personas infectadas, la única terapia que se les puede ofrecer consiste en el control de los síntomas que produce la enfermedad. En las primeras fases, la fiebre y la deshidratación se tratan con antitérmicos y, si es necesario, con suero fisiológico para mantener el equilibrio de los electrolitos (potasio, sodio, calcio) y evitar que la falta de líquidos provoque problemas cardíacos (arritmias e infartos). También se utilizan antibióticos para combatir complicaciones por infecciones.

En estados más avanzados, sí comienzan a fallar órganos vitales como los riñones y los pulmones, se aplican hemodiálisis y respiración asistida.

Si a este protocolo no se le pueden añadir medicamentos que destruyan el virus no es porque los científicos no lleven años investigando distintos prototipos de fármacos y vacunas, sino porque su desarrollo es extremadamente caro y, hasta ahora, las compañías farmacéuticas, no veían un mercado suficiente para rentabilizar una inversión que puede rondar varios millones de dólares.

Cuanto más crece la epidemia, más difícil y costoso es controlarla. En abril, la Organización Mundial de la Salud estimó que harían falta 4.8 millones de euros para contener el brote. En septiembre la cifra había aumentado a 1.000 millones de dólares. Los expertos dicen que el coste final será mucho mayor. © “Ebola by the numbers: The size”, Nature 285, Oct 15 2014.

Mortalidad del ébola

El ébola ha matado a unas 4.000 personas en 38 años, cuando, por ejemplo, la tuberculosis mata a unas 3.500 al día. Además, este brote ha coincidido en un momento de crisis económica y recortes en todo el mundo. Hace pocos días, Francis Collins, director del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos afirmaba en el Huffington Post que, si no fuera por estos recortes, podríamos estar un año o dos más avanzados en el desarrollo de una vacuna, lo que podría haber marcado la diferencia.

Los científicos que trabajan en buscar una cura están centrando sus esfuerzos en dos enfoques: desarrollar tratamientos para ayudar a las personas que ya están infectadas con el virus y crear vacunas para proteger a las personas sanas y evitar que se infecten.

En la actualidad, existen diferentes vacunas experimentales y tratamientos farmacológicos para el ébola en fase de desarrollo, pero falta algo crucial: evidencias de su efectividad. A pesar de ello, algunos de estos fármacos experimentales, como el suero ZMapp, ya se han administrado a personas con consecuencias dispares. Dos estadounidenses y un británico se recuperaron después de tomarlo, pero un médico de Liberia y un misionero español fallecieron.

Hasta entonces, el medicamento, formado por la combinación de tres anticuerpos que se unen al virus para que el sistema inmune pueda identificarlo y neutralizarlo, sólo se había probado en animales. Hoy por hoy los expertos afirman que no está claro si el fármaco aumenta las posibilidades de recuperación de una persona infectada.

A ésto se añade que el brote de ébola ha pillado al fabricante del ZMapp, la compañía Mapp Biopharmaceutical, con muy poco stock y para aumentar la fabricación a escala industrial y cubrir la demanda necesitan varios meses.

Las transfusiones de sangre de supervivientes del ébola también se están ensayando como una posible terapia. Se cree que ésta puede contener anticuerpos que podrían neutralizar el virus. Esta estrategia le proporciona un tiempo extra al paciente pero sigue siendo necesario su cuerpo, que su sistema inmune fabrique más anticuerpos frente al virus, para poder combatirlo.

Nuevos ensayos clínicos

En Estados Unidos, Reino Unido y Canadá ya se están realizando ensayos clínicos con diferentes vacunas. El objetivo es contar con 20.000 dosis que se utilizarían en el África Occidental a principios del próximo año.

Cuando una nueva vacuna para cualquier enfermedad demuestra eficiencia en modelos animales, suelen hacer falta unos 10 años para que llegue a comercializarse en humanos debido a que los ensayos clínicos en humanos constan de varias fases que hay que superar con éxito.

Pero, ante el actual brote de ébola es tal la urgencia que las vacunas experimentales disponibles se están probando a un ritmo récord. Se cree que los resultados de los ensayos que hay en marcha se conocerán en marzo del 2015. Que así sea depende, en parte, de que se aporten los recursos económicos necesarios para llevar a cabo la investigación.

Estas vacunas protegerán a las personas inoculando un virus inofensivo que contiene un pequeño trozo del virus del ébola y que enseñará al cuerpo cómo producir una respuesta inmune contra el patógeno. Si, una vez vacunada, la persona entra en contacto con el ébola real, su cuerpo ya sabrá cómo combatirlo.

Los resultados de los primeros ensayos en monos han sido prometedores pero estos animales son infectados por un tipo de virus del ébola diferente al que ataca a los humanos. No hay certeza de si los mismos tratamientos funcionarán en las personas. Además, está el problema de la dosis. Los humanos, de mayor tamaño que los monos, necesitarían dosis mayores. Dadas las dimensiones que está adquiriendo la epidemia, es difícil que haya vacunas para todos, al menos al principio.

Hasta que estos medicamentos experimentales estén listos, la única forma de mantener a raya el ébola es mediante la higiene. Fueron este tipo de medidas las que consiguieron controlar brotes en el pasado. Esperemos que lo sigan haciendo ahora.

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