Ciencia

Atacar el cáncer utilizando las propias defensas del cuerpo

La inmunoterapia está llamada a ser la “columna vertebral” de la lucha contra el cáncer en los próximos años.

En 1890, William Coley, un cirujano del Hospital de Cáncer de Nueva York –hoy conocido como Memorial Sloan Kettering-, recibió la visita de una paciente de 17 años llamada Elizabeth Dashiell. Llevaba días con una mano hinchada y dolorida después de que se le hubiera quedado atrapada entre dos asientos de un tren.

Tras varias pruebas, una biopsia determinó que los síntomas nada tenían que ver con el accidente. La chica había desarrollado un sarcoma –un tipo de tumor de hueso muy agresivo–, y ni siquiera la amputación de parte del brazo consiguió evitar su muerte unos meses después. Obsesionado con el caso, Coley revisó la literatura médica en busca de algún procedimiento más eficaz.

Años antes, otro sarcoma de un paciente diagnosticado como incurable disminuyó hasta desaparecer tras haber sufrido una infección por una bacteria del género Streptococo. Coley pensó que su sistema inmunitario había reaccionado no sólo contra la infección, sino también contra el cáncer y, para probarlo, infectó a uno de sus propios pacientes con el mismo tipo de bacteria. En pocas semanas éste se recuperó.

Este hallazgo se considera el punto de partida de la inmunoterapia, una técnica que fue elegida el mayor hito del 2013 por la revista Science, y que es, en la actualidad, una de las terapias más prometedoras para combatir el cáncer.

¿Qué es la inmunoterapia?

El cáncer es la principal causa de muerte a escala mundial. El tratamiento habitual de los tumores incluye el uso de radioterapia y de quimioterapia que emplean radiación o un fármaco, respectivamente, para matar las células malignas.

Sin embargo, estas dos estrategias son poco específicas ya que afectan tanto a las células enfermas como a las sanas. En el caso de la quimioterapia, además, se trabaja “apagando” el sistema inmune del paciente para evitar que el organismo actúe contra el trabajo del fármaco, lo que pone a la persona en una situación muy vulnerable frente a las infecciones.

En los últimos años, con la llegada de la inmunoterapia (también llamada inmuno-oncología), el tratamiento del cáncer ha dado un giro muy importante. El objetivo de esta terapia es “enseñar” a nuestras defensas a atacar el cáncer. La inmunoterapia ya está dando buenos resultados en melanoma y linfomas y comienzan a darse avances en tumores de próstata, pulmón, riñón e hígado. Además, existen alrededor de 800 ensayos clínicos en marcha.

La inmunoterapia puede actuar de dos grandes formas para acabar con el cáncer tal y como ese explica en este vídeo. La primera consiste en identificar las células tumorales y presentárselas al sistema inmune para que las destruya. Cada día nuestro cuerpo lucha contra multitud de patógenos para evitar que éstos nos enfermen.

Este combate lo llevan a cabo, sobre todo, los linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco, que se activan o desactivan al detectar la presencia de agentes malignos dentro del cuerpo. El fallo de esta vía de control es uno de los factores que desencadena la aparición y propagación de un cáncer. La inmunoterapia busca cómo reactivar este proceso para cerrarles el paso a las células cancerosas.

La segunda estrategia de la inmunoterapia se basa en “desnudar” a las células tumorales. Los tumores generan escudos que los hacen invisibles al sistema inmune pero se están desarrollando fármacos que eliminan esos escudos y hacen visible el cáncer para que las defensas lo puedan aniquilar.

Ver al sistema inmunológico del paciente reconocer al tumor como algo extraño y atacarlo ha sido el sueño de científicos y médicos durante décadas. Tras muchísimos años de investigaciones, de pruebas, errores y frustraciones, la inmunoterapia es, hoy en día, uno de los tratamientos más prometedores para el cáncer. Los resultados aún no son perfectos, pero sí se ha conseguido alargar la vida de un importante número de pacientes con tumores de muy mal pronóstico.

La inmunoterapia es una técnica compleja, nada barata, y lo cierto es que los investigadores no saben todavía muy bien por qué en algunos tipos de cáncer no funciona o no lo hace tan bien como en otros. Probablemente no será un tratamiento que pueda aplicarse a gran escala pero una cosa está clara: se acaba de abrir un nuevo libro. Cómo acabará, sólo el tiempo lo dirá.

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