Difícilmente hay algo más inoportuno en Internet que encontrarse con molestas ventanas emergentes. Se trate de publicidad o de algún fin más legítimo, es molesto batallar con las pop-ups, sobre todo cuando no se dan por vencidas y parecen retar tu paciencia a propósito. Afortunadamente, existen muchas soluciones para evitarlas, independientemente del explorador que utilices.
Su creador, Ethan Zuckerman, parece estar consciente del daño que ha provocado y ha ofrecido disculpas públicas, de acuerdo con The Verge. El ensayo en el que Zuckerman busca reivindicarse fue publicado por The Atlantic y ofrece un análisis interesante en torno a la publicidad en Internet.
El desarrollador explica que todo comenzó cuando una empresa de autos contrató publicidad en Tripod y mostró su desacuerdo al darse cuenta que promocionaba contenido pornográfico. A Zuckerman se le ocurrió una solución que dejaría contento al cliente y al anunciante, aunque descuidó un poco a los usuarios:
Escribí el código para abrir una nueva ventana y mostrar el anuncio ahí. Lo siento. Nuestras intenciones fueron buenas.
Porque, seamos sinceros: en Internet prácticamente nada es gratis. En caso de que así parezca ser, en realidad nosotros –o nuestros datos– somos el producto. Sin embargo, la relación presente entre los anunciantes y los titulares de los sitios puede ser más cercana de lo deseable. En muchas ocasiones, el contenido de los sitios se relaciona de manera directa con la publicidad que muestran.
En este contexto, además de ofrecer disculpas públicas, Zuckerman califica a la publicidad como el pecado original de Internet y hace una reflexión para buscar nuevas opciones de financiamiento. En todo caso, es una invitación que tiene bastante sentido, sobre todo si tomamos en cuenta que muchos algoritmos monitorean el comportamiento de los usuarios a fin de mostrar publicidad que encaje mejor con los gustos de cada persona.
He llegado a creer que la publicidad es el pecado original de la web. El estado caído de nuestra Internet es una consecuencia directa, si no intencional, de elegir a la publicidad como el modelo por defecto para apoyar a los contenidos y servicios en línea.
¿Lo perdonamos? Yo diría que sí, sobre todo tomando en cuenta que él fue quien propuso utilizar gatos para hacer activismo digital, algo conocido como la teoría del gato adorable. En Derechos Digitales, por ejemplo, han hecho uso de este tipo de activismo para ejemplificar los riesgos que tiene el TPP para los usuarios de Internet.
