Columna

La senda del ermitaño digital

El paso a paso de un ermitaño de las telecomunicaciones.

Un buen día despiertas y te das cuentas que el mundo es un lugar hostil, que coarta tus libertades fundamentales, que te arroja a un estilo de vida condicionado por fuerzas invisibles, condenado a una existencia uniforme e intrascendente. Allí donde todos disfrutan el momento —hedonistas de los memes y  YouTube—, tú encuentras dolor y sinsentido. Pero hay un camino, una vía personal y heroica: retirarte al Tibet de los bits, al lugar de nunca-jamás donde eres uno con el mundo, a una tierra de libertad.

Así es como inicias la senda del ermitaño digital.

Cambias de navegador

Los navegadores dejan toda clase de rastros regados por la Web. Donde Safari o Internet Explorer no son tus amigos, Firefox está para guiarte por el buen camino. Sin embargo, pronto encuentras que no es suficiente, tienes que agregar bloqueadores de publicidad y add-ons anti-rastreo como Ghostery.

Luego te enteras que tu dirección IP, ¡tu hogar!, está expuesta. Como siguiente paso migras a TOR en Firefox, un anonimizador, esto te acerca a los ideales de quienes día con día luchan por la libertad en Internet. Dejas atrás a Jobs y Wozniak; ahora tus nuevos héroes son Applebaum, Snowden, Stallman, Assange y Sunde. Paz interior.

Despides a Facebook y Google

“Facebook es una máquina de vigilancia”, escuchas decir a Richard Stallman en cada una de sus charlas. Descubres que lo vale para el resto de las redes sociales y cuanto existe en la nube. “¿Por qué habría de darles mi información?” “¿Por qué tengo que aceptar sin más los términos y condiciones de servicio?” “Ya lo veo: son servicios gratuitos porque… ¡yo soy el producto!”. Estrés. Enojo.

Te despides de Facebook, Instagram, Google, y de todo servicio en la nube al que entregaste tus datos.  (Qué difícil fue dejar Google… Todo lo que aprendiste con él.) Cambias a DuckDuckGo para hacer búsquedas y a una combinación de Thunderbird y Enigmail para enviar y recibir correos cifrados. Regresa la tranquilidad.

Adiós a WhatsApp, adiós a chatear

Tus asiduas lecturas te conducen a desconfiar con horror de WhatsApp. Lo piensas con calma y no hay ninguna sorpresa: software privado, software no fiado. Pasas a Telegram que es software libre y, aunque en la nube, con varios protocolos de cifrado para confiar algo más.

¿Y el chat? Sólo con OTR y Pidgin para burlar a los fisgones. O el bello Cryptocat para hacer lo mismo desde el navegador. Eres bienvenido al estado zen de la criptografía.

Cambias tu sistema operativo

Windows y OS X son sistemas privativos. Jamás confiarás en un código que no escribiste o que no puedes examinar. ¿Linux? Depende. El camino de la pureza es duro y los elegidos son pocos, poquísimos. En este mundo masivamente vigilado: concluyes que Ubuntu no es opción.

Entonces cambias a Tails, el sistema operativo vivo, anónimo, que no deja rastro, que es puro software libre anti-censura, y, mejor aún, lo recomienda Jérémie Zimmermann, tu héroe de La Quadrature du Net.

Desechas el teléfono móvil

Los móviles son otras máquinas de vigilancia masiva. Todos arrojan datos sobre ti sin tu permiso que pueden ser utilizados para inferir tus comportamientos. Por supuesto, jamás te fiarás en los compañías telefónicas, ni en el uso que hacen de tus datos. Además, es probable que tu país apruebe leyes de telecomunicaciones con vigilancia incluida. Tus derechos humanos son primero y nadie va a convencerte de lo contrario.

¿Alternativas? Comienza por montar tus propias antenas con GSM libre uniéndote a maravillosos proyectos sociales como Rhizomatica, que provee telefonía celular comunitaria en Oaxaca.

Dejar el teléfono móvil en un mundo hipercomunicado, de una vez y para siempre, es el paso previo a la liberación. Y lo haces.

Adiós a ¿Internet?

Llegado a este punto estás a pocos bytes de alcanzar el Nirvana digital. Si bien el camino ha sido duro, la certeza de tener  comunicaciones seguras y el control de tu vida en línea pasó a tener la más alta prioridad en tu vida. Internet ya no es la tierra de libertad que imaginabas, Wikileaks te lo confirma en cada nuevo reporte: todos los canales están vigilados, todos.

Hoy dejas de confiar, tus nervios están reventados, cada paquete de internet es una pista para el enemigo y desconectarte, concluyes, es la única vía hacia la libertad. Netsukuku o Project Meshnet podrían devolverte la esperanza. Quién sabe.

Desconectado eres libre. Ermitaño, algo digital, pero libre.

Tags

Lo Último


Te recomendamos