Columna

Las protestas de Brasil y la segunda pantalla

Internet nos abre los ojos a otro Mundial, un Brasil que disputa algo más que una copa de fútbol.

Desde hace algunos años, el concepto de segunda pantalla (second screen) se ha vuelto fundamental para el marketing digital. Se trata de la tendencia de los consumidores a utilizar un segundo dispositivo –una tableta o un teléfono inteligente– cuando están frente al televisor, de modo que puedan conversar con otros a través de redes sociales o para obtener contenidos extra

La segunda pantalla se ha convertido ya en una conducta habitual. ¿Cuántos de nosotros no discutimos en Twitter cuando emiten nuestra serie favorita? ¿Cuántos no descargamos aplicaciones especiales para mirar contenido extendido de una película? Sea la entrega de los Oscars o el último episodio de Game of Thrones, ahí estamos.

Ahora que inició el Mundial en Brasil, nos acercamos a nuestros dispositivos para opinar, criticar, informarnos y compartir este evento. Pero en esta ocasión, mientras el televisor nos muestra a los equipos de fútbol compitiendo entre sí por la copa, las redes nos enseñan otra batalla, muy diferente, que se libra en las calles.

El Mundial de las protestas

Desde la Copa Confederaciones, celebrada el año pasado, sabíamos que éste sería un Mundial distinto. Las multitudinarias protestas sociales contra el despilfarro del gobierno de Dilma Rousseff hicieron que el tema extracancha robara las miradas. Los medios hicieron eco y, por algunos momentos, el fútbol pasó a segundo plano ante la incertidumbre. Estadios sin terminar, manifestaciones en la calle.

(cc) Sebástian Freire / Flickr

Pero conforme los días avanzaron, el tema social se fue diluyendo y el balón volvió a retomar los reflectores. Ojo, el descontento no se ha ido, pero las televisoras se han enfocado en lo que ocurre en los estadios; algo natural, considerando el peso económico que tiene la fiesta más grande del fútbol.

Hace cuatro años, la FIFA se encontró en Sudáfrica con un país poco preparado para la celebración de la justa mundialista. Al igual que Brasil, había marginación, retrasos en la construcción, pobreza y descontento. Pero, un ciclo mundialista atrás, no teníamos un acceso tan masificado a los móviles ni una penetración tan grande de Internet.

Sí, hace cuatro años ya comenzábamos a hablar de una tribuna digital y empezaba la costumbre de compartir en redes hasta el mínimo pensamiento, pero no con la contundencia de Brasil. Hoy, lo quiera o no el gobierno de Dilma, el mundo puede mirar desde otro ángulo; mientras una pantalla se llena de fútbol, la otra de pancartas y consignas.

Tú eliges hacia dónde ver

Decía Linus Torvalds que a mayor cantidad de ojos, más obvios se vuelven los errores. Acá pasa lo mismo: a más personas conectadas, mayor es la exposición de los defectos del país organizador. Así pasó en Sochi hace unos meses y así ocurre en Brasil. Cualquier persona con un smartphone y una conexión a la red es una perspectiva nueva.

Al tiempo que la gente sintonizaba la inauguración del Mundial, etiquetas como #OccupyWorldCup o #NaoVaiTerCopa ganaban presencia para exponer la realidad brasileña.

(cc) Jordi Bernabeu Farrús / Flickr

La segunda pantalla nos permite eso: contrastar y comparar, darnos cuenta qué hay detrás de la fachada y encontrar un complemento informativo.

Lo mejor es que tú eliges hacia dónde ver. Esta segunda pantalla es una oportunidad. Puedes usarla para comentar el partido con tus conocidos, para ver vídeos graciosos o para saber más sobre tu selección. Pero ya no hay excusas para cerrarse al mundo y decir que no te has enterado “porque en la TV no lo dicen”. No sólo de lo que ocurre en Brasil, sino de tu país (en México, por ejemplo, quieren aprovechar esto para mantener al tanto a la gente sobre la Reforma Energética).

Somos consumidores de contenidos, pero también productores. Mira el Mundial y diviértete –al cabo que tarda cuatro años en regresar, aprovecha– pero no olvides que, a la par, tienes otra ventana al mundo, para conocer y dar a conocer. Como esos que, hoy en las calles, te muestran que se juegan otras cosas en Brasil más allá de un trofeo en una vitrina.

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