Navidad es una fecha compleja para todos aquellos que tienen esa idea de regalar cosas como demostración tangible de cariño y preocupación. En esa dinámica, no son pocos los que se vuelcan a las tiendas a buscar el gadget del momento, un accesorio novedoso o algún otro aparato que pueda ser envuelto en una cajita y ubicado bajo el pino para ser abierto el 25 de Diciembre en la mañana.
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¿Pero qué pasa si no tenemos el presupuesto para realizar ese tipo de regalos o si el receptor de este obsequio ya tiene todo lo que podríamos pensar en regalarle? Bueno, quizás una aplicación pueda servir… Desde que surgieron las tiendas de apps que esta alternativa de regalo está siendo promocionada como una buena idea para salir del paso y quedar bien con algún heavy user de móviles o tablets.
Pero para muchos esta idea no es una opción válida. Es que, precisamente, la falta de un paquete de regalo con papel destrozable le quita la emoción a ese proceso de apertura, restando además la ansiedad aparejada a un momento en que la persona beneficiada siempre termina sonriendo… Ya sea por felicidad genuina o fingida para no herir sentimientos.
Sumado a eso, hay otro componente de esta ecuación: El valor real de una App como regalo. Para muchos puede ser un tema tabú, y no es que personalmente me importe mucho el tema del precio de los regalos que hago, pero igualmente me sentiría un poco mal por regalar un intangible que costó USD $0.99 y que este acto sea visto por la persona que quiero agasajar como una muestra de tacañería máxima de mi parte.
Dejando de lado mis apreciaciones personales, quiero invitarles a que hablemos de este tema que — para muchos — podría representar poner el foco en un aspecto negativo y comercial de la navidad: ¿Es una aplicación un buen regalo para estas fechas? — La palabra, como siempre, es de ustedes.