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NB Opinión: 25 años y contando (primera parte)

Un cuarto de siglo ha transcurrido, pero estas franquicias no se han quedado en el tiempo. ¿Cuál es la receta para seguir vigente luego de tantos años?

Hace ya bastantes ayeres, la mega conocida compañía Atari acaparaba cerca del 70% del mercado de los videojuegos. Tan sólo en 1982, el gigante del ocio digital tenía 20 millones de consolas vendidas de su modelo 2600, un catálogo de juegos de 1500 títulos y una facturación de 2 mil millones de dólares. Sin embargo, la solidez de la industria tenía los días contados y todo se balanceaba en una delgada cuerda floja.

Una creciente saturación del mercado con consolas saliendo aquí y allá, aunado a la poca calidad de la mayoría de los juegos, pronto terminó por aburrir a los consumidores, los cuales se decantaron en su lugar por los nuevos y flamantes microprocesadores.

La caída fue fulminante. A finales de 1983 Atari y Mattel, los dos principales fabricantes de videojuegos de la época estaban al borde de la quiebra y nadie en su sano juicio daba ni un solo centavo por la nueva y subestimada industria de los videojuegos. El efecto fue tal, que los analistas no tardaron en enterrar al fenómeno, tachado en repetidas ocasiones como una moda pasajera.

Pero nadie contaba con la astucia nipona.

Luego de varios intentos por entrar al mercado extranjero (y tras enfrentar una dura campaña de xenofobia en su contra), Nintendo se erigió como el mesías de la nueva era de los juegos digitales, acabando con los pronósticos en contra y demostrando que la vida no se les había escapado.

Una espectacular evolución de las ventas del NES pronto alcanzó su punto más álgido en 1987, provocando que todos los recelos terminaran por perder fuerza y generando el renacimiento de una industria que poco a poco fue sumando un gran número de competidores provenientes de Asia, los cuales dominarían el sector por un largo tiempo.

Claro que lo más importante no fue el hardware, sino el software; esos juegos que lograron despertar el interés de las masas y formar una solida base de fanáticos que contribuyeron a la reconciliación de la industria con los consumidores.
Casualmente, ese año de 1987 quedó marcado por el nacimiento de varias franquicias que de alguna forma hicieron historia, trascendiendo a través de los años y que en este 2012 cumplen un cuarto de siglo desde su aparición.

Infiltración

¿Cuál es la receta “mágica” para mantenerse vigente luego de 25 años? En realidad sólo hay una variante indiscutible que determina la vida o muerte de un videojuego: los seguidores. Entre más fanáticos contentos, más dinero en la chequera, simple y llanamente. Claro que este sencillo ejercicio de lógica debe estar impulsado por una cuestión aún más intrigante: ¿Cómo hacerse de una solida base de aficionados?

Tomemos como primer caso a la serie Metal Gear. Sus inicios en la MSX2 marcaron de forma indiscutible una nueva forma de juego, donde matar a todo lo que se moviera resultaba de hecho contraproducente para seguir avanzando (una mecánica muy popular en la época). No obstante, la creación de Hideo Kojima logró resultados medianos y no causó tantas olas en la industria, por lo que se mantuvo como un caso prácticamente único en cuestiones de jugabilidad.

Pasaron los años, una secuela con más carga narrativa fue lanzada y hasta una versión para Nintendo apareció (que por cierto ha sido desaprobada hasta por el mismo Kojima). Desafortunadamente para Konami, la poca popularidad –o alnace- de la MSX2 donde habían sido lanzados los juegos originales no permitió el “boom” que pudo haber conseguido el par de entregas, situación que más tarde ocurriría con Sony y su repertorio PlayStation

Lo más sobresaliente de Metal Gear fue el hecho de que mantuvo sus raíces y respetó aquello que lo había distinguido tiempo atrás, sobreviviendo incluso al cambio de cámara implementado en la versión Subsistence de Metal Gear Solid 3. El característico uso de elementos del cómic (como los signos de admiración e interrogación en los guardias) se conservó y la infiltración nunca perdió fuerza ni espacio.

La travesía de Solid Snake es una de las historias más largas jamás contadas en videojuegos, y por lo visto aún tienen mucho de donde exprimir.

El rey de las calles

El último lustro de la década de los 80 fue testigo de una nueva era para el mercado de las plataformas caseras, pero sería injusto decir que todo quedó “en el hogar”. Los salones de arcadias también habían sobrevivido a los oscuros años de la industria mejorando sus propuestas y presentando una superioridad gráfica con respecto a cualquier consola disponible por ese entonces.

De ahí surge precisamente Street Fighter, el clásico juego de pelea que conquistó primero a las llamadas maquinitas para luego dar el gran salto a los hogares de millones de jugadores, aunque para hacerlo fue necesario aplicar un cambio drástico.

El primer juego de la serie sentó las bases de un destacable representante del género de pelea pese a su confuso control y discreto multijugador (presentando a Ken como único personaje seleccionable para echar la reta). Sin embargo, no fue sino hasta el lanzamiento de la secuela donde todo el fenómeno cobró vida, ofreciendo un decente número de peleadores y la posibilidad de jugar con cualquiera de estos en contra de la computadora o un amigo (antes sólo podías escoger a Ryu).

Street Fighter estableció su éxito manteniéndose fresco con la adición de nuevos personajes durante un largo tiempo; luego a través de algunos cambios en la serie Alpha; y finalmente por medio de ciertos “crossover” con otras franquicias exitosas (X-Men, SNK y Marvel). No obstante, su presencia en consolas quedó visiblemente disminuida, convirtiendo las arcadias en su principal refugio.

Afortunadamente para Capcom, Street Fighter IV propició el regreso de la franquicia a las casas de los jugadores, conservando un estilo único y nostálgico mezclado con varias característica de entregas anteriores, incluyendo una cantidad nada despreciable de peleadores disponibles.

La próxima semana, una fantasía que no ha llegado a su fin -pero sí desviado el camino- y el bombardero azul entra en escena para proteger al mundo de los juegos sin el sello de calidad de Nintendo.

Cifras obtenidas del libro de Diego Levis: “Los videojuegos un fenómeno de masas” Ed. Paidós Barcelona 1997

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