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NB Opinión: ¿Son caros los videojuegos en Latinoamérica?

Impuestos, comisiones y poca regulación son los causantes de que nuestros bolsillos sangren cada que hay una temporada de lanzamientos

NB Opinión: ¿Son caros los videojuegos en Latinoamérica?

El año era 2001, recuerdo estar de paseo con mi familia en una reconocida tienda departamental de la Ciudad de México, las fiestas decembrinas estaban a la vuelta de la esquina y todos los adornos navideños ya estaban colocados. Como era costumbre, me dirigí a la sección de juguetería para ver los videojuegos; pero en esa ocasión tenía una razón adicional para hacerlo: quería ver la Game Cube.

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Mi capricho se cumplió, ahí estaba la nueva consola de Nintendo con el juego de Luigi’s Mansion y una larga fila de niños esperando su turno para probarlo. Debido al limitado tiempo que tenía para permanecer en ese lugar, omití formarme y en vez de eso me encaminé al mostrador para preguntar por los precios. “Te sale en 8,500 pesos M.N. (en ese entonces cerca de 850 dólares) y te incluye un juego y una tarjeta de memoria”, me respondió el vendedor.

No, por más que repetía las multiplicaciones en la calculadora de mi celular (haciendo el cambio de divisas) no me salía la cuenta. ¿Cómo era posible que una consola cuyo precio era de 249 dólares aumentara tanto su valor? Pueden considerarlo inocente, pero fue en ese preciso momento cuando me di cuenta de que los videojuegos era un pasatiempo al que no todos tenían acceso; un gusto muy caro.

Más de una década después, la situación no ha cambiado mucho: los lanzamientos de las nuevas consolas siguen siendo ocasiones para vaciar las carteras y revisar los ahorros en el banco, y el fenómeno tiene lugar no sólo en México, sino en gran parte de Latinoamérica, pero ¿realmente son caros los videojuegos?

Consumo en Latinoamérica

Como si se tratara de una profecía, expertos en economía han estimado que para el año 2015 las ventas en la industria podrían alcanzar los 70 mil millones de dólares anuales, superando con creces lo recaudado por el cine y la música en el mismo periodo de tiempo. Ya nadie puede negar que cuando hablamos de videojuegos, lo hacemos de un negocio redondo.

En la región las cifras son claras, México y Brasil se encuentran posicionados como los países con mayor consumo de videojuegos, acaparando el primero el 50% del total de ventas por año. En 2008 se registró la más grande cantidad de dinero ganada por la industria en la zona con 638 millones de dólares sólo en México, el mayor de Latinoamérica.

Habiendo cubierto los datos fríos, retomemos el enfoque de la experiencia directa: los consumidores. Un jugador promedio adquiere al año entre cuatro y cinco juegos nuevos (el dato puede variar) cada uno al precio de entre 70 y 76 dólares. Esto si los títulos son comprados en los primeros meses después de su lanzamiento.

El precio base en Estados Unidos es de 60 dólares, por lo que en el paso de un lugar a otro el coste se incrementa entre 10 y 16 billetes más. Tal vez las cantidades pueden sonar altas, pero se tiene que considerar el precio del transporte, los impuestos y la ganancia de la empresa que pone los juegos en las estanterías.

Sin embargo, es indudable que la falta de representantes que regulen los precios en la región ha provocado que el fijar las cantidades responda a los intereses de las grandes cadenas que pueden, sin ninguna restricción, colocar los precios a su conveniencia, dando como resultado un ejercicio de autorregulación entre tiendas.

Como ejemplo más reciente tenemos la salida de la PlayStation Vita. Mientras que el vecino del norte maneja un precio oficial de 249 billetes verdes (versión wi-fi), en gran parte de Latinoamérica esto se aumenta significativamente, al grado de duplicarse, resultando en un costo que ni el cambio de divisas ni la adición del impuesto pueden explicar (claro, hasta que se aumente el gran tajo que se llevan los intermediarios).

Si bien es cierto que el mercado ha mantenido los precios dentro de un parámetro estable comparado con la época de los 16 bits, esto se puede explicar por la apertura que marcó Sony con su PlayStation, y Microsoft con su Xbox, revelándose contra un mercado dominado prácticamente en su totalidad por Nintendo.

Alternativas

Como siempre, hay otras opciones más baratas para satisfacer las exigencias de nuestro pasatiempo. Una de ellas es la fiel Internet, donde las tiendas en línea han alcanzado darse lugar y competir con los comercios establecidos.

Por supuesto, también contamos con la venta, compra e intercambio entre jugadores, una práctica que podría correr peligro si se confirma lo que hasta ahora ha permanecido como rumor: la propuesta de que la próxima generación no lea juegos de segunda mano, un hecho que se ha interpretado como una acción codiciosa en todas sus lecturas.

Es aquí donde el formato digital toma fuerza para obtener precios más accesibles, sin intermediarios y consiguiendo juegos prácticamente al mismo tiempo que el resto del mundo, rompiendo la barrera del tiempo.

Como conclusión, podemos ver que aunque el precio de los juegos no difiere tanto del original (tomando en cuenta los elementos mencionados), la tendencia de incrementar indiscriminadamente el precio de las consolas es un hecho que se sigue presentando, sin regulación y con poco interés por parte de las compañías por establecer límites.

Algunas empresas como Microsoft, Konami o Electronic Arts han puesto mayor cantidad de interés en el mercado latinoamericano, abriendo oficinas en diferentes países y controlando los precios de sus juegos, situación que da la oportunidad a otras compañías para repetir el esquema y evitar que se sangre más el bolsillo del jugador.

Entonces, ¿son caros los videojuegos? La respuesta es variable, aunque sí es posible afirmar que todo depende del poder adquisitivo con el que se cuente. Después de todo, no es lo mismo ganar en dólares o en euros, que ganar en devaluados pesos.

Links:
CONSOLAS Y VIDEOJUEGOS (Algarabía)
Cuatro ciudades mexicanas aspiran a ser sede de la Ciudad Creativa Digital (CNN México)

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