Redes Sociales

Pablo Bullrich, un argentino a bordo del Rainbow Warrior III de Greenpeace [FW Interviú]

Elegido por el programa “New Hands on Deck” se encarga de la bitácora de viaje del RWIII alrededor del mundo desde el blog oficial de Greenpeace. Nos cuenta cómo sobreviven sus gadgets a las inclemencias del tiempo en alta mar.

Pablo Bullrich es un argentino de 25 años que trabaja desde hace tres en las oficinas locales de Greenpeace como Social Media Manager. Fue seleccionado a través del programa global “New Hands on Deck” para formar parte de la tripulación del nuevo barco Rainbow Warrior III en su recorrida alrededor del mundo en conmemoración de los 40 años de acción de Greenpeace.

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Pablo es un geek asumido, guitarrista y fanático de la música. Desde hace tiempo atrás trabajó activamente con el manejo de las redes sociales de Greenpeace, una de las principales armas de difusión que tienen en este momento. Luego de ser seleccionado para formar parte de la tripulación y de ser entrenado en forma intensiva en Alemania, se hizo cargo de la bitácora del RWIII contando la experiencia de viaje desde el blog oficial de Greenpeace Argentina.

Pero primero tenemos que contarles que el RWIII no es un barco cualquiera. Botado en Alemania el 14 de octubre de 2011, es el heredero del RWII que prestó servicio entre 1989 y 2011 y del RWI, que fue hundido por el servicio secreto francés en 1985 mientras intentaba frenar ensayos nucleares en el Pacífico. Esta nueva embarcación está provista de varios sistemas de seguridad contra ataques, entre los que se destacan la caseta de comunicaciones, capaz de contener un ataque de tropas especiales durante por lo menos 30 minutos para lograr no perder las transmisiones y alertar del incidente.

En su estructura de casi 60 metros de largo y dos motores Caterpillar (eléctrico y diesel) para desplazarse en caso de necesitar impulso mecánico, posee dos mástiles de casi 50 metros de alto que funcionan como su principal impulsor a energía eólica, los cuales le permiten desarrollar velocidades de 10 y 15 nudos respectivamente. Es una embarcación clase Germanischer Lloyd de 872 toneladas y capacidad para alojar a 30 tripulantes. Como no podía ser de otra manera, sus altos estándares ecológicos son varios entre los que se destacan la pintura Ecospeed, motor de escape para tratamiento de partículas contaminantes y tratamiento biológico de aguas grises.

En esta entrevista, Pablo Bullrich nos cuenta un poco de sus tareas, su experiencia conociendo el mundo y llevando un mensaje de concientización por el medio ambiente, conocer nuevas culturas y lidiar con la tecnología arriba de una embarcación de más de 60 metros contra las inclemencias de la temperatura, vientos y oleaje.

– ¿Cómo llegaste a integrar la tripulación del Rainbow Warrior III y cuál es tu función en la misma?

Llegue como parte del programa “New Hands On Deck” (Nuevas manos en cubierta) que busca contar un poco como Greenpeace ha cambiado en los últimos 40 años. Somos 7 personas en total de diferentes partes del mundo (Fidji, Sudáfrica, Canadá, Estados Unidos, China, Dinamarca y Argentina)  y con diferentes habilidades y especialistas en distintas tareas. En mi caso, mi fuerte es el trabajo en redes sociales. Todos a la vez somos activistas en nuestros países de origen. Es decir que estamos entrenados y participamos en acciones directas no violentas como las que suele realizar Greenpeace. Mi función abordo es ser marinero de cubierta, lo que implica hacer tareas de mantenimiento y limpieza en el barco. Día por medio también soy asistente de cocina, y a la vez mantengo informada a nuestra audiencia de lo que va ocurriendo arriba del Rainbow Warrior III a través de las redes sociales y del blog de Greenpeace Argentina.

– ¿De qué manera tu visibilidad en las redes sociales te ayudó a integrar esa tripulación?

No creo que haya sido definitivo a la hora de elegir a alguien, pero ayuda sin lugar a dudas a alcanzar a una audiencia mayor y de una manera más personalizada y cercana.

– ¿Cómo está conformado tu equipo tecnológico de viaje?

Mi equipo personal es bastante básico: Notebook, cámara de fotos y celular.

– ¿Qué tan complejo es mantener un equipamiento mínimo tecnológico arriba del barco? ¿Carga de baterías, conectividad, seguridad, climas extremos, etc…(notebook, reproductor de música, cámara de fotos y celular)

Lo más difícil es cuidar las cosas y protegerlas lo más posibles porque el barco se mueve y mucho, por ende todo vuela de un lado para el otro. Así que donde hay que tener cuidado es como guardamos las cosas para que sufran el menor daño posible por posibles caídas o golpes, pero de todas maneras es casi inevitable que algún golpecito se van a llevar. De lo otro que hay que tener extremo cuidado es del agua marítima. Cualquier dispositivo eléctrico que entre en contacto con ella muere casi instantáneamente.

– ¿En qué países de los que visitaste hasta ahora te resultó más simple disponer de puntos de conexión y en cuáles no?

No tuve problemas de conectividad en casi ningún país. El barco tiene internet satelital las 24hs, y casi siempre que me conecte lo hice desde el barco, incluso en los puertos. En el único puerto que tuvimos problema fue en el de Londres, que a pesar de la altura de la antena que se encuentra sobre los enormes mástiles (54 metros), los edificios bloqueaban la señal completamente ya que estábamos en pleno centro financiero rodeados de enormes rascacielos.

– ¿Algunos de los objetivos de la misión de Greenpeace están relacionados con temas tecnológicos? (Fabricación de productos sin normas ecológicas, baterías, pilas, antenas, etc)

Sí, Greenpeace está luchando muy fuertemente para impulsar la “Greenpeace Impulsa”, una ley nacional de gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos bajo el modulo de la responsabilidad extendida del productor, que obliga a los fabricantes a hacerse cargo de los residuos de sus propios productos e impulsa un sistema de mejora en la fase de producción que elimina las sustancias tóxicas en los aparatos y una disminución en el consumo. En Argentina, se estima que cada habitante genera 2,5 kilogramos de basura electrónica por año. Y gran parte de esta termina en basurales y rellenos contaminando las napas y las comunidades que viven cerca de los mismos.

– ¿Qué tan difícil fue tomar la decisión de dejar un escritorio y una oficina caliente para subirte a un barco a morirte de frío?

Nada difícil, para mi esto es casi cumplir un sueño. Probablemente cualquier otra persona que trabaja en Greenpeace en cualquier parte del mundo se muere por estar en este lugar. Soy un afortunado y lo tengo clarísimo. Así que cuando me dijeron que existía la posibilidad no lo dude ni un segundo.

– ¿Que extrañás más: Fútbol, asado, música o chicas?

¿No se puede elegir todas juntas? No, bueno en realidad lo que más se extraña es a los amigos y a la familia. Y también un poco el clima. Sé que muchos se están quejando del calor en Buenos Aires ahora mismo, pero yo daría lo que sea por tener ese clima acá. Ahora acercándonos a Barcelona por el Atlántico el clima es más agradable, pero cuando navegábamos por el Mar del Norte trabajar en la cubierta era un desafío.

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