Transporte

El origen de la bicicleta

Conoce cómo comenzó este método de transporte que tiene casi 150 años y que revolucionó la manera en que nos movilizamos.

Conocida en todo el planeta, la bicicleta es ecológica, eficiente, durable y nos ayuda a hacer ejercicio mientras nos movilizamos. Se usa para trabajar, transportarse, hacer deporte, acrobacias, turismo, etc., y resulta vital para muchas personas día a día. Antes de la bicicleta, las maneras de moverse por la ciudad se limitaban al caballo y las carretas, de modo que este vehículo de dos ruedas supuso una revolución en la vida de las personas y la historia del transporte.

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Pese a que hoy en día nos pueden parecer simples, la bicicleta se inventó recién en la segunda mitad del siglo XIX, tras algunos intentos creativos, pero poco útiles.

El precursor de la bicicleta fue la “máquina caminadora”, que llevándola a lo que existe hoy vendría a ser como las motos que usan los niños pequeños donde uno se sienta y se impulsa empujando con los pies. El inventor sin embargo no era un niño, sino el barón alemán Karl von Drais, que en 1817 armó este aparato. El vehículo tenía dos ruedas en línea, un armazón de madera donde uno se sentaba y un manubrio.

Se le conoció como la “Draisienne” o la “Drais Laufmaschine”, pero nunca fue popular porque impulsarse así no te llevaba muy lejos. Al final quedó relegada a pasear por un sendero en un parque o jardín.

Un nuevo intento de bicicleta fue creado en 1865, desarrollado por Pierre Michaux, Pierre Lallement y los hermanos Aimé, René, y Marius Olivier. El modelo incorporaba pedales puestos en la rueda del frente, con los que se hacía girar directamente la rueda. Estaba hecha de madera, con ruedas metálicas. La empresa Michaux fue la primera en producir en masa este “velocípedo”, que era tan incómodo, que la gente comenzó a llamarlo “el sacudehuesos”.

Debido a la incomodidad, este tipo de velocípedos se convirtieron también en un juguete, usados para andar en circuitos bajo techo o academias.

(cc) Ernst Vikne

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Pero la idea estaba plantada y con el consiguiente desarrollo de las tecnologías, el diseño fue mejorando. Durante la década de 1870, los avances en la metalurgia posibilitaron crear velocípedos hechos sólo de metal, desechando la madera. Los pedales seguían puestos en la primera rueda, que se hizo más grande y más grande: los fabricantes se dieron cuenta que mientras mayor era el tamaño de la rueda, más podías avanzar con una sola rotación de los pedales. Así que había que comprar una bicicleta tan alta como te alcanzaran las piernas para llegar a los pedales. Impulsarla así no era muy fácil.

Poco después se agregaron neumáticos de goma, que hacían más suave el avance del vehículo. Estos fueron los primeros modelos que comenzaron a llamarse “bicicletas”, que fueron bastante populares entre los hombres jóvenes adinerados (costaban como seis salarios de un trabajador normal) en la década de 1880.

Pero el modelo, además de ser caro, tenía algunos otros problemas. Como el conductor iba sentado muy arriba del centro de gravedad, si la rueda de adelante se topaba con una piedra o algún obstáculo repentino, el chofer salía disparado hacia adelante, cayendo de cabeza al estar sus piernas atrapadas por el manubrio.

Bicicletas seguras

La idea de ponerle una cadena a la bicicleta, para transferir la fuerza del pedaleo a la rueda de atrás, nació en 1879, del ingeniero inglés Harry John Lawson. La cadena había sido usada anteriormente en triciclos, y agregaba un mayor nivel de seguridad a la bicicleta. Sin embargo, su diseño no tuvo éxito comercial en ese momento, quizás por su complejidad y altos costos. La propuesta de Lawson hacía que los pies del conductor pudieran alcanzar el suelo, haciendo más fácil detenerse. Los pedales impulsaban la rueda trasera, lo que hacía que los pies se mantuvieran lejos de la rueda frontal.

La idea de la cadena no tomaría fuerza hasta 1885, cuando J.K. Starley lanzó un modelo que conectaba el marco de la bicicleta con el engranaje de la rueda de atrás. Estas bicicletas fueron conocidas como “bicicletas de seguridad”, debido a la menor altura del asiento y mejor distribución del peso.

Poco después se agregó al armazón de la bicicleta el tubo donde va el asiento, creando el diseño de diamante de la bicicleta moderna. Esta bicicleta era mucho mejor que lo que existía hasta el momento, aunque todavía faltaba una última innovación: las ruedas inflables con neumáticos.

El inventor de estas ruedas fue un veterinario escocés de nombre John Boyd Dunlop (¿les suena familiar el apellido?) que estaba tratando de hacer que el viaje en triciclo de su hijo fuera más cómodo. Así, agregó una cámara inflable alrededor de la rueda, que iba dentro de un neumático, lo que permitía amortiguar mejor el impacto del suelo al avanzar en el vehículo.

El invento fue adoptado rápidamente por la bicicleta, lo que la hizo inmensamente popular en la década de 1890. Era un método de transporte práctico y flexible, y no sólo los hombres la usaban sino también las mujeres, que se deshicieron de los corsets para instituir el “vestirse con sentido común” para poder moverse.

Otras innovaciones se agregaron después: los frenos de pedal en 1898, los cambios de velocidad en 1905 y los frenos con cables también por la misma época. Antes de la invención del auto, había dos medios de transporte principales para personas privadas: carretas a caballo y la bicicleta. Fueron, de hecho, los ciclistas los que empezaron a pedir a los gobiernos mejores caminos para desplazarse, pavimentando – literalmente – la vía para los automóviles que se desarrollarían después.

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