Ciencia

Chile: Escolares se la juegan resolviendo problemas reales en el Desafío Bits

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Nicolás Orellana y su chaqueta que se calienta sola

Este año se realizó por primera vez el “Desafío Bits“, una competencia organizada por la rama IEEE de estudiantes de la Universidad de Chile y que convocó a estudiantes de educación media a realizar proyectos o servicios innovadores en base a plataformas electrónicas.

El concurso partió desde un curso de verano, dentro del programa que tiene la Universidad, llamado “innovación en tecnologías digitales“, donde los jóvenes aprendieron de eléctrica, electrónica y computación. Luego se llevó a cabo la competencia durante el semestre, donde los chicos se dividieron en grupos para solucionar un problema.

Al final hubo tres proyectos ganadores: una chaqueta que se calienta, pensada para montañistas o escaladores; un sistema de alarma y ventilación para evitar altas concentraciones de gas en las casas; y un refrigerador inteligente que lleva la cuenta de lo que tiene adentro.

Los proyectos

El primer lugar se lo llevó Nicolás Orellana, que está en IIº medio del colegio Santa María de Paine, y que desarrolló una parka que se calienta eléctricamente. Se puede regular la temperatura al gusto del usuario, y según Nicolás la podrían usar escaladores, “la idea es que sea transportable y que no sea tan pesado” llevar equipo de abrigo, explica. El prototipo funciona enchufado a la corriente, pero podría funcionar con una batería o incluso adaptarse a energías renovables, como la solar o aprovechar el mismo movimiento del escalador o montañista para generar energía.

El segundo lugar se lo llevó un equipo de chicas, compuesto por Daniela Sáez (IIº medio), Ayleen Herrera (IIIº) y Bárbara Mahuida (IIIº) del Liceo 1 Javiera Carrera, que desarrollaron un sistema de alarma y ventilación para una casa. “Nos inspiramos cuando vimos en las noticias que había gente que moría por alta concentración de CO en la casa”, dice Daniela, un problema común durante los inviernos cuando se usan estufas y braseros para calefaccionar sin la adecuada ventilación.

El sistema (a nivel de maqueta, en la foto), usa un detector de gases para determinar la concentración, y tiene dos niveles de acción: si la concentración es alta pero no lo suficiente para ser peligrosa, se enciende un extractor de aire que limpia el ambiente. En cambio si el gas representa un peligro para la persona, se activa una alarma y se encienden las luces, ya que estaría conectado también con ellas. Además, el sistema envía un mensaje vía internet al dueño de la casa, para alertarlo en caso de que éste no esté.

El tercer proyecto es un refrigerador inteligente, donde las personas registran con un lector de código de barras lo que se mete en él, y luego marcan cuando lo sacan, lo que permite al sistema generar un inventario actualizado de lo que hay en el refrigerador. Así, si en un momento queda vacío, el sistema podría por ejemplo enviar la lista de las cosas que tenía a una fecha anterior directamente al supermercado y ordenar online la compra de víveres. También permite vigilar vía internet si alguien se está robando los yogures. Fue desarrollado por Amapola Brante, Daniela Gajardo y Daniela Oyarzo, de IVº Medio del Liceo 1 Javiera Carrera.

Concurso

Para desarrollar los proyectos, los estudiantes usaron la plataforma Bug, unos pequeños micro-computadores modulares que operan en base a Linux y que se podían ajustar y programar según las necesidades de cada proyecto.

El curso y el concurso a su vez fueron planeados por estudiantes universitarios. “Detectamos que en la Chile no había un concurso de innovación tecnológica anual, y que el escenario estaba bien lleno de competencias de robótica, que tienen elementos súper buenos, pero sentimos que faltaba una patita de emprendimiento, de resolver la necesidad del mundo real de alguien”, explica Mauricio Contreras, uno de los organizadores y profesor del curso, junto con Pablo Krause, Bernardo Carrillo y Omar Miranda.

Aunque la experiencia del concurso fue buena, está en evaluación si se volverá a repetir el próximo año. Por otro lado, “el curso salió demasiado bien, muy bien. Creo que va a seguir fijo”, dice Mauricio.

Para los secundarios, la experiencia también fue buena. “A mí se me abrieron muchas nuevas posibilidades, porque a mi me gustaba de antes la ingeniería pero no sabia bien qué era”, dice Daniela. Respecto al desafío bits, si bien reconocen que fue una buena experiencia, también explican que fue difícil participar por problemas de tiempo. “Partieron hartos grupos pero después se fueron saliendo porque no querían sacrificar su tiempo, venir acá los sábados, porque era harto esfuerzo. Pero valió la pena”, dice Ayleen.

El académico Marcos Orchard, quien orientó a los estudiantes en la organización del curso, también valoró la experiencia. “Para nosotros como académicos es muy importante ver ese espíritu en estas generaciones que se están formando, ir un poco más allá del día a día de su instrucción. La educación involucra un montón de otras cosas que van más allá de aprender fórmulas y saber cómo construir circuitos, y este tipo de iniciativas ayuda mucho”, dijo.

Link: Desafío Bits

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