Ciencia

FDA intentará regular aplicaciones móviles sobre medicina y salud

Las normas optimizarían las funciones del celular como apoyo médico

MobiHealthNews

Si pensábamos que el móvil nos iba a salvar de las salas de espera y las inyecciones, estábamos equivocados. El celular, al menos por ahora, no podrá suplir de ningún modo la función del médico o de sus herramientas y eso es algo que la división de alimentos y drogas del gobierno estadounidense (FDA: Food and Drugs Administration) quiere dejar en claro al mostrar un conjunto de proyectos que buscan regular las aplicaciones móviles referidas a la salud.

Los borradores de las normativas deberían obtener alguna respuesta formal en un plazo no mayor al 19 de octubre de este año. A grandes rasgos las reglas partirían de considerar las aplicaciones médicas móviles como “un accesorio de un dispositivo médico regulado”, lo cual deja por fuera muchos posibles desarrollos para teléfonos y tabletas que tengan algo que ver con medicina y que, aunque pudieran regularse a futuro, por ahora no son prioridad.

Así lo comentó Bakul Patel, consejero político de la FDA, al aclarar que se está comenzando con la punta de la pirámide, mientras que “la base de la pirámide podría incluir aplicaciones de salud y bienestar, la mitad de la pirámide puede incluir algunas aplicaciones de salud y bienestar y otras meramente médicas. No obstante, por los momentos, eso no es de nuestro interés”.

De este modo, podemos inferir que estamos hablando de las aplicaciones que funcionen como prolongación de las funciones habituales de algún dispositivo médico y permitan la captura, almacenamiento, decodificación y transmisión de datos del paciente, incluyendo aquellas que puedan modificar de algún modo el comportamiento de dispositivos indicados para la salud, como las bombas de insulina o los medidores de presión arterial.

Esto abarca las aplicaciones capaces de diagnosticar dolencias, las que informan posibles veredictos médicos con base en datos de pruebas de laboratorio introducidos en campos de la interfaz y las que recetan dosis de medicinas según algoritmos fundamentados en información como edad y peso.

Además se incluyen las aplicaciones para visualizar capturas de imágenes como radiografías y biopsias, por considerarse que éstas pueden variar debido a las condiciones técnicas de las pantallas móviles y ambientales del usuario al momento de la visualización, toda vez que originalmente las imágenes se conciben para apreciarse en superficies y entornos dispuestos para ello en términos de materiales, temperatura e iluminación.

Lo que la FDA pide en este caso es regular las funciones de los dispositivos, no eliminarlas. Esto es, que si alguien quiere dar un uso médico a su móvil, el teléfono debe estar adecuadamente configurado para reducir las posibilidades de error que repercutan en la salud del paciente/usuario. Una vez cumplido este paso, no habría impedimento para que el móvil ayudase a controlar la glicemia, el suministro de oxígeno o el funcionamiento de un monitor de presión arterial a través, quizás, de un sistema de alarmas que notifique cualquier variación en los dispositivos o de un sistema de reportes que mantenga al día el estatus del paciente.

Por cierto, la responsabilidad sobre las aplicaciones móviles médicas recae, según los proyectos de normativa presentados, de manera exclusiva sobre los desarrolladores. Las tiendas de aplicaciones y los fabricantes de teléfonos quedan exentos de cualquier culpa que pudiera originarse de la mala construcción y uso de estas aplicaciones.

Lo que nos deja esto es la certeza de que los móviles se integrarán cada vez más y más a nuestras vidas pero, aquí entre nos, ¿cuántos de nosotros confiaríamos tan fuertemente en estos equipos cuando se trata de algo médico? Yo, personalmente, pienso esperar algunos años hasta que las virtudes del celular para esos casos se comprueben y se estandaricen, antes de permitirle trabajar tan estrechamente con mi salud.

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