Ciencia

Utilizan bacterias para restaurar obras de arte

Investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (España) usan técnicas de restauración basadas en microorganismos

Iglesia de los Santos Juanes

Suena raro que exista una bacteria amante del arte, pero créanme, no me he vuelto loca al titular esta entrada. Existe, de verdad, un tipo de bacteria que es capaz de limpiar obras de arte de una forma rápida, específica, respetuosa con la pintura y no tóxica ni para el restaurador ni para el medio ambiente.

Hasta ahora, para acabar con las “costras salinas” que se forman en las obras de arte (y que lucen como manchas blancas sobre la pintura), se empleaban productos químicos reactivos, lo que evidentemente es una técnica agresiva, no selectiva y que a la larga resulta tóxica para el restaurador.

Otra opción utilizada para acabar con estas manchas es erosionar la costra con medios mecánicos, pero es un proceso laborioso que también puede dañar la pintura mientras se realiza… Cuando se emplean bacterias, en cambio, el proceso resulta totalmente inocuo para los restauradores, las pinturas y el medio ambiente y, además, es una manera eficaz, específica y rápida de acabar con el problema.

¿Cómo lo hacen? Pues la bacteria en cuestión no es una apasionada del arte ni nada que ver… Simplemente, se “come” ciertas irregularidades que le salen a las obras de arte por la acción del tiempo y diversos factores ambientales.

Por estos beneficios, investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV), están empezando a experimentar con esta novedosa técnica sobre los frescos de Antonio Palomino del siglo XVII en la Iglesia de los Santos Juanes de Valencia, en España.

Antecedentes

Ahora bien, seguro que a estas alturas te estás preguntando ¿cómo se enteraron unos restauradores de arte que una bacteria puede servir para devolverle su esplendor a obras de arte?

Pues todo surgió de una forma bastante particular, cuando este equipo de investigadores se encontraba en pleno proceso de restauración de los murales de la Iglesia de los Santos Juanes que quedaron prácticamente destruidos tras el incendio de 1936 y fueron intervenidos de manera inadecuada en la década de 1960.

En un principio, los investigadores ensayaban técnicas novedosas para rellenar los espacios sin pintura con imágenes digitales impresas transferidas, pero tenían grandes dificultades para tratar las “eflorescencias salinas”, que son unas costras blancas que le salen al mural, provocadas por acumulaciones de sales cristalizadas y la enorme cantidad de restos de cola de gelatina que permanece en los murales arrancados.

Por ello, parte del equipo de restauradores viajaron a Italia para conocer de cerca a los autores de unos estudios pioneros que se servían de bacterias para eliminar colas endurecidas de arranques muy difíciles de tratar con métodos convencionales.

Allí se reunieron con profesionales que conocen bien el proceso de restauración de las pinturas murales del Camposanto de Pisa, que fue realizada bajo la dirección de Gianluiggi Colalucci, restaurador de la Capilla Sixtina, y sus colaboradores, Donatella Zari y Carlo Giantomassi, quienes aplicaron esta técnica que usa bacterias y que fue desarrollada por el microbiólogo Giancarlo Ranalli.

“Entrenando” a las bacterias

Cuando el equipo de restauradores españoles volvió a España, con la libreta llena de apuntes y la cabeza llena de ideas frescas, con las que perfeccionó este método de biolimpieza y “entrenó” a la cepa de bacterias del género Pseudomonas más adecuada para que se alimentara de las eflorescencias salinas que encontraron en los lunetos de la bóveda detrás de los cuales anidan palomas.

Al respecto, Pilar Bosch, bióloga y doctora en Ciencia y Restauración del Patrimonio de la UPV, explica sobre las manchas blancas que vemos en las obras de arte, que estas se forman:

Por la acción de la gravedad y la evaporación, las sales procedentes de la materia orgánica en descomposición migran hacia las pinturas murales. Producen una costra blanquecina que además del evidente efecto visual no deseado, en ocasiones también provocan que se desprenda la capa pictórica de las paredes”.

Las bacterias sirven para eliminar estas manchas blancas porque básicamente “se comen” las sales que las forman. Los científicos de la UPV han logrado rebajar el tiempo de aplicación de las bacterias y, además, han innovado en la manera de extenderlas, tal como explica la propia doctora Bosch:

En Italia emplean algodón para aplicar los microorganismos sobre la zona a tratar. Nosotros, en cambio, hemos desarrollado un gel que actúa en superficie, lo cual evita que la humedad penetre en profundidad en el material y provoque nuevos problemas. Tras hora y media, se retira el gel con las bacterias, se limpia la superficie y se deja secar”. Aquellas bacterias restantes mueren al no ser capaces de sobrevivir sin un entorno húmedo”.

Por los momentos esta técnica se ha probado en dos lunetos de la Iglesia de los Santos Juanes y se espera aplicarlo en otros dos también situados en el tercio de la iglesia donde el Instituto está actualmente interviniendo para restaurarlos.

Estos restauradores destacan que la técnica puede servir para otros procesos de recuperación de obras de arte afectados por otro tipo de daños propios del paso del tiempo y la acción medioambiental, porque como bien sabemos en la naturaleza encontramos diferentes especies de bacterias que se alimentan de casi cualquier cosa, por lo que seguramente se podrán usar para eliminar otras sustancias en diferentes tipos de materiales.

Sin duda una forma muy útil, práctica y económica de devolver a las obras artísticas su esplendor original, así que espero que estos restauradores sigan el desarrollo de este tipo de técnicas que nos permitirán alargar la vida de las piezas artísticas para el disfrute de esta y las futuras generaciones.

Link: Bacterias que limpian obras de arte (Agencia SINC)

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